por quÉ no me callo

Viaje al centro de tal día como el 10

Este martes 5 de noviembre pone de manifiesto el relevante dígito que en la escala ideológica encarna el centro, precisamente el 5. Sánchez se declaró portador del 4 en el dorsal, en una entrevista con El Español. Desde anoche, los votantes emprenden una progresión que conduce al domingo como día diez. Simbólicamente, no se puede pedir mayor significación a este martes quinario, donde el centro se expresa en la fecha del mes, día 5, como una invocación esencial del espíritu que tres partidos se disputan, como vimos en el debate, por cierto, a cinco: PSOE, PP y Cs.

En los extremos no está planteada una batalla equivalente, pues ni Podemos, ni Más País, ni Vox contienden por nada que decida su porvenir. Acaso Iglesias y Errejón, antiguos conmilitones, tienen cuitas y confidencias que dirimir, pero ambos no compiten con Abascal por ningún vivero, ni se roban el pan afeándose la bandera de mil metros cuadrados o el concepto de violencia intrafamiliar en lugar de género.

El centro político solo es cuestión de tres. El primero que lo tuvo a tiro fue Rivera, pero erró el disparo cuando tenía la diana delante de los ojos, en la mayor torpeza que se recuerda en un dirigente de su estirpe. Tenía todos los precedentes a mano para no equivocarse, pero el centro, siendo el gran caladero (el 30% de los votantes anida en ese remanso), es también un estupendo cementerio de grandes dirigentes. Le pasó a Adolfo Suárez, que instauró la democracia con ayuda de UCD, el partido de centro por excelencia, y que sucumbió a las divisiones internas como le está pasando a Rivera, que ha visto apearse del tren a Roldán, a Carreras, a Nart y casi, en lontananza, a Garicano, que era el Anthony Giddens que inspiró la tercera vía de Tony Blair, el laborista del centro inglés.

En ese camposanto han caído continuamente líderes que prometían. Anoche se percibió en el debate de la Academia el celo por el credo del centro que comparten como una sirena los tres. Sánchez corteja ese ecuador del espectro político como hiciera Felipe González y como pretendiera toda la socialdemocracia europea consciente de la mácula marxista de la Internacional Socialista en los viejos tiempos. Ya nadie gobierna en Europa desde la izquierda sin poner un ojo en el centro.

A Pablo Casado, la ecuación del viraje a la derecha por temor o resquemor hacia Vox -que huyó de la madriguera con el botín de la bandera y los signos de Franco y el 155- le costó caro en abril, cuando se desplomó en las urnas. Ahora se ha dejado la barba que cubre el rastro de aquel rubor en su nuevo rostro de centro y pide el voto del 5 con serena beatitud como una síntesis de Sánchez y Rivera, dos por uno.
En la cabalistica electoral estos criterios son los que traen de cabeza a los gurús de los candidatos. Ni Tezanos, siquiera, es capaz de adivinar con su alquimia la piedra filosofal de este sincretismo. Pero el domingo sabremos quién se lleva el gato al agua. Quien eligió la fecha del día 10 dobló la apuesta: gana aquel al que le toque el 5 en la ruleta política del domingo.

TE PUEDE INTERESAR