Si el genial Mingote estuviera vivo habría dado vida de nuevo a su personaje, Gundisalvo, un entrañable, corriente e ingenuo padre de familia, un hombre corriente capaz, a su pesar, de arreglar el tumultuoso y tumultuario asunto electoral. No hay solución: iremos a unas terceras elecciones, a no ser que ocurra un milagro. Les comunico que no tengo decidida mi elección. Sí el voto al Senado, pero no al Congreso, porque hay un individuo indeseable en cierta lista que me sigue haciendo dudar. Y con esa duda de si convertir mi voto en útil o ser fiel a mis principios continúo. Veremos, de aquí al domingo. ¿El debate? No lo ganó nadie. Los sociatas son hábiles a la hora de decir por decir que lo ganó el suyo, pero no es verdad. Yo creo que si lo ganó alguien –porque no lo perdió- fue Abascal, que para mí no representa ningún peligro, porque a la fuerza deberá moderarse. Él no es tonto y sabe que en España las radicalizaciones políticas no dan triunfos sino derrotas. Ocurre que el español es muy torpe y se da cuenta tarde, pero acaba dándose cuenta, no tengan la menor duda. Tampoco sé si este debate a cinco ha sido capaz de dar vuelcos a las muestras, pero ninguno de los bloques que la santa televisión ha prestablecido va a obtener la mayoría suficiente para gobernar, según todos los sondeos, incluso la encuesta fack de Tezanos. En fin, que esto será lo apasionante del domingo, más lo que ocurra en Cataluña. Me han dicho fuentes fiables que hay informes del Centro Nacional de Inteligencia que son muy preocupantes. Deberían aprender los revoltosos catalanes del rey Felipe y de su hija Leonor la educación y el respeto que exige una democracia. Lo de la entrega de premios Princesa de Gerona fue para quitarse el sombrero.