Desde 2009, el grupo promotor del Telescopio de Treinta Metros (TMT por sus siglas en inglés) ha hecho innumerables esfuerzos por concienciar a la población hawaiana de los beneficios que traería consigo la instalación del instrumento de observación en el monte de Mauna Kea -su emplazamiento preferido hasta la fecha, con La Palma como segunda opción-, realizando, incluso, inversiones en materia educativa. Una labor que se ha intensificado con el paso del tiempo para mitigar la fuerte oposición de la comunidad nativa, que persiste.
En el portal web en inglés del aparato óptico, se detallan algunas de las ventajas agüidas por el consorcio internacional, como el pago de 300.000 dólares de alquiler a las administraciones locales, que se incrementarían hasta un millón en el momento de su puesta en funcionamiento. Del mismo modo, aseguran que durante la construcción del telescopio (cuyo plazo de ejecución es de 8 a 10 años), se crearán 300 puestos de trabajo, y, una vez finalizado, otros 140 de personal técnico y científico.
Los esfuerzos del TMT, sin embargo, no habrían calado significativamente en los nativos hawaianos, según los datos que arroja la última encuesta pública realizada en la isla del Pacífico. De acuerdo a la consulta, encargada por el medio local Civil Beat en agosto de este año, y anterior a la aparición de caras como el actor Jason Momoa entre los detractores, el 48% de los nativos se opone al proyecto, mientras que el 44% lo respalda. Una cifra que, extrapolada al conjunto de la ínsula, en la que conviven diferentes etnias, aporta un “no” del 31% y un 64% “a favor”.