el charco hondo

Cenas de empresa (el bilingüe)

La principal diferencia entre quienes salen de copas habitualmente y los domingueros, que solo asoman en cenas de empresa o bodas, es que solo los espontáneos de la noche son capaces de hablar varios idiomas a la vez. Según el último estudio que se ha hecho sobre este asunto, Incidencia de las bebidas espirituosas en el lenguaje, que el 84,29% de los domingueros que circulan con más entusiasmo que conocimiento por las fiestas sean bilingües, no así los habituales, obedece a que unos y otros beben siguiendo pautas bien distintas. Mientras los que salen antes, durante y después de estas fechas beben como si hubiera un mañana -y un viernes, y un sábado- los domingueros son de naturaleza compulsivos, e ingieren con más estrés que dominio de la situación, obsesionados con el reloj no marques las horas porque el esporádico de las fiestas va a enloquecer. El profesional bebe con el autocontrol del corredor de fondo, consciente de que el maratón, y la noche, son carreras que empiezan en el kilómetro treinta. No es el caso del aficionado, desconocedor de la serenidad, pausa y mesura con la que se debe ir o volver de la barra. El dominguero, ora falso, ora coñazo, bebe con urgencia, queriendo vivir en una sola noche lo que no le ha pasado las trescientas setenta y cuatro que se quedó en casa. De ahí que, mientras los de toda la vida nocturna dejan que la fiesta vaya llevándolos, la gente me señala, me apuntan con el dedo, susurra a mis espaldas, y a mí me importa un bledo, el espontáneo de la noche confunde la cena de empresa con una despedida de soltero, a quien le importa lo que yo haga, yo soy así, y así seguiré, nunca cambiaré. Mientras los de toda la vida acaban la noche como la empezaron (hablando en español) el dominguero comienza en castellano pero según van cayendo las copas se arranca con el inglés, introduce algunas expresiones en alemán y al cabo de otros cuatro o cinco rones habla todos los idiomas a la vez, es decir, ninguno, me mantendré firme en mis convicciones, reportaré mis posiciones, emitiendo poco antes de las tres o cuatro de la mañana sonidos guturales absolutamente incomprensibles, salvo a sus oídos, porque él sigue hablando sin darse cuenta de que la autopista que le lleva la información del cerebro a la lengua ha cerrado por desprendimientos. Así son los domingueros, bilingües sin quererlo, cajas de sonidos indescifrables. El bilingüe hoy dormirá siesta para llegar fresquito a la cena de empresa. Peligro. Precaución.

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