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El Bigote de la Campos

Mientras este país se debate entre el ser o no ser, Bigote ha dejado a la Campos. Y el canal rosa se ha volcado con la noticia, hasta el punto de que para él no existe otro episodio nacional que el divorcio, o lo que sea, entre Edmundo Arrocet, excómico chileno o argentino (que ahora tiene poca gracia), y la diva de la salsa rosa (que no tiene ninguna). El mundo de la farándula y del cuore se ha retorcido sobre sí mismo y las opiniones de unos y de otros han volado por los espacios siderales. La iletrada Belén Esteban, cuyo mérito más principal ha sido ennoviarse brevemente, tiempo ha, con un matador llamado Jesulín, y sus compañeros, han opinado ampliamente sobre la separación, como si se tratara de la crisis USA-Irán; y los kioscos andan cagando leches. Es decir, que España quedará arreglada en cuanto el Bigote de la Campos haga las paces o huya a Chile, de donde nunca debió salir. En fin, esto es lo que hay. Esa gente gana mucho dinero contando sus miserias a las revistas de fotos de colores, que todavía se venden. Yo todas las semanas compro el ¡Hola! en el súper; llego a mi casa, suelto la compra como puedo y me siento en mi sillón favorito a leer los titulares, porque confieso que no soy capaz de llegar a las primeras líneas. Sé de otro lugar ideal para leer esas revistas y es el retrete. Conozco gente que las deposita en el bidé y lo mismo sirven para una urgencia. Pues entonces el Bigote de la Campos habrá huido a Perito Moreno, o a la playa por donde transitaba el cartero de Pablo Neruda, vete tú a saber. No me importa la nacionalidad del piticlín, pero sí la salud de la Campos, un valor nacional. Ay.

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