tribuna

Sin vetos

ERC avala a Sánchez a cambio de una negociación sin vetos”. Así ve El País, y así lo titula, el pacto de investidura recién alcanzado. ¿Qué quiere decir? En un ambiente en que se ha dejado claro lo que significa “no es no” y “solo sí es sí”, lo de sin vetos tiene un matiz, al menos poco contundente a la hora de establecer límites. El campo de batalla se abre de forma extraordinaria y es como si se estuviera dispuesto a jugar una partida de ajedrez fuera del tablero, sin normas y sin reglas. Todo vale. La única cortapisa que existía hasta el momento se llamaba Constitución. Ahora se la orilla de tal manera que su nombre parece querer evitarse como si se tratara de la bicha. No hay leyes que respetar, solo un híbrido vagamente denominado ordenamiento jurídico político, que vaya usted a saber lo que significa. Antes se decía: “Dialogaremos sobre todo menos de…”. Ahora, esa restricción ha desaparecido como por arte de magia. También se aseguraba que de referéndum nada, y ahora el compromiso es someter a consulta todo aquello que se acuerde, sea lo que sea, que para eso se han eliminado los vetos. Estos últimos son de derechas, lo otro es más asambleario, más populista. Todo se puede debatir, todo es discutible, y, a la larga, convertirse en norma evitando someterse al procedimiento obligatorio. Alejándolo del marco parlamentario, cualquier asunto, por improcedente que sea, será tenido en cuenta para su tramitación a espaldas del máximo órgano de representación democrática. Alguien dice que ERC le ha metido un gol por la escuadra al PSOE. No estoy de acuerdo. El gol ha entrado en la portería el día en que Pedro Sánchez convocó a Iglesias para darle un abrazo televisado. Faltó el beso en la boca, pero ahora, después del que le dio a Domenech delante de toda España, eso no sirve para sellar nada. Ha ganado Iglesias y su tesis sobre el derecho a decidir, esa técnica revolucionaria de innovar imponiendo la voluntad de la Asamblea a las exigencias del Estado de derecho. Con todo, esto no sería tan grave si no fuera porque en la campaña y en la precampaña se prometía lo contrario por parte del candidato socialista. No al populismo, no al independentismo, sí a la defensa férrea de la Constitución como veto para cualquier investidura. Ahora, han desaparecido los vetos y nos hemos echado en brazos del populismo y del independentismo. Lo malo es que somos los demás los que estamos equivocados. ¡Vaya por Dios! “ERC avala a Sánchez a cambio de una negociación sin vetos”. Esto no es otra cosa que ir un paso más allá del documento firmado en Pedralbes. Al menos allí se aseguraba que habría límites al diálogo. Había cosas que no se podrían poner sobre la mesa. Ahora se ha avanzado, que quiere decir que todo lo que estábamos sospechando se ha convertido definitivamente en verdad. No eran fakes, ni rumores mal intencionados, ni opiniones de gente mal informada. La realidad es muy tozuda y, al fin, acaba aflorando por donde puede para que todos la podamos ver. Advierto que lo que se ha enseñado es solo la patita. Todavía nos queda mucho para que el telón se descorra del todo y podamos ver lo que realmente se pretende representar en el escenario. La pregunta es quién canta, sin disimulo, lo de: “No estamos locos, sabemos lo que queremos”. Por ahora, los locos somos los que nos atrevemos a cuestionarlo. No importa. Peor es que nos gobierne la derecha.

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