crisis coronavirus

Cuando Canarias dejó de parecer un paraíso afortunado

La acumulación de sucesos provoca sensación de crisis, atrae a los grandes medios, pero exige también un relato reposado de la realidad
jornada de tensa calma que se vivió en el exterior del Hotel H10 Costa Adeje Palace. Fran Pallero
Los primeros huéspedes del Hotel H10 Costa Adeje ya han abandonado el recinto. Fran Pallero
Los primeros huéspedes del Hotel H10 Costa Adeje ya han abandonado el recinto. Fran Pallero

Es difícil contar las cosas y pensarlas al mismo tiempo en profundidad. Sobre todo, cuando se suceden a un ritmo brutal. Los incendios de Gran Canaria, la caída de Thomas Cook, el cero energético en Tenerife, el intenso repunte migratorio a las islas, la insólita calima, la llegada del coronavirus a La Gomera y luego a Tenerife. De repente, estas islas de escasa trascendencia mediática, fijadas erróneamente en el mapa global como un paraíso subtropical para turistas donde apenas ocurre nada, se han convertido en zona de momentáneo interés prioritario para los medios nacionales -y algunos internacionales-.
Pero cuando acaba el día, se apaga la grabadora y se coloca el ordenador y la libreta sobre la mesa que hay junto a la ventana que a veces está abierta para que entre en el frescor de la mañana, toca preguntarse qué fue todo eso que ocurrió en solo seis meses, que coincidió, curiosamente, con un histórico cambio de Gobierno tras 26 años de hegemonía de Coalición Canaria. Si se trató solamente de una acumulación fortuita de eventos con interés periodístico. O si hay algo más, si quedamos ya irremediablemente transformados. Hacia fuera, porque es dificilmente compatible ser un edén para el descanso y foco de tormentas del desierto y pandemias. Hacia dentro, porque qué va a ser entonces de nosotros, tan acostumbrados a ir tirando.
“Existe una trayectoria a través de la cual se ha ido afirmando un tipo de personalidad muy atractiva de cara a nuestros visitantes, por nuestra impresionante infraestructura turística y por nuestro contexto natural”, explica el economista José Ángel Rodríguez. “Pero claro, de repente empezamos a vivir acontecimientos exógenos. A diferencia del suceso, que es una fluctuación de una realidad más o menos asentada, un acontecimiento es una bifurcación, un cambio de trayectoria que impacta en el conjunto y, aparentemente, modifica sustancialmente las tendencias establecidas. Por un lado, tenemos esa calima, donde de repente estábamos respirando el peor aire del mundo. Y encima, rematamos la faena con el coronavirus”.
Rodríguez considera que esta nueva enfermedad es el típico ‘cisne negro’, un término inventado por el ensayista libanés Nicholas Taleb para definir a los “acontecimientos imprevistos que pueden convulsionar las interrelaciones de la realidad”. Cuando andábamos pensando en las consecuencias del brexit, de la guerra comercial entre China y EE.UU. o de la irrupción de la tecnología 5G, “de repente aparece un coronavirus, un hecho que es el más sensible para las poblaciones de cualquier sitio, que es lo relacionado con la salud. Y ese maremoto llega a muchos rincones, y uno de ellos, caramba, es Canarias. Estamos en esa fase inicial de ajuste, sin ningún tipo de experiencia de eso”.
“Yo creo que el Gobierno regional está respondiendo bien a la coyuntura, con prontitud”, afirma el filósofo Pablo Ródenas. “Han dado la cara. Y la mejor manera de frenar la incertidumbre es con información y transparencia”.
“Pero las cuestiones climáticas, las consecuencias devastadoras que puede tener el aumento del nivel del mar o los problemas de la sequía nos indican decisiones que hay que tomar, y que no se han afrontado en décadas”, afirma. Ródenas relativiza la cuestión del turismo. “Creció mucho en los últimos años y tampoco se notó demasiado en las contrataciones. Porque pierdan algo ahora no creo que sea un gran impacto. Otra cosa es que la patronal hotelera levante la voz y proteste, presionando al Gobierno regional para que no ponga una tasa turística. El problema de verdad es cambiar una economía que depende exclusivamente del turismo”. Ródenas le pide al nuevo Gobierno que centre el tiro. “Este año hemos empezado el curso escolar con los mismos problemas de siempre. Por ejemplo, solo hay un 15% de guarderías públicas para niños de 0-3 años. ¿Cómo vas a cuadruplicar el porcentaje en cuatro años de guarderías públicas si no empiezas desde ya? O el tema de los cuidados de los ancianos, para que no mueran solos en sus casas. Me parece que no se dan cuenta de lo urgente. Porque estar en la gestión es estar a tope, con agendas apretadísimas, pero hay que tener claras las prioridades”.
“Lo que yo echo de menos es que se ponga encima de la mesa lo que llamo ‘el conflicto canario’, los enormes problemas estructurales que tenemos y nos ponen a la cola de todos los índices”, explica. “Canarias está fuera de la agenda periodística nacional. Más allá de lo meramente episódico, el problema canario no existe ”. Pero desconfía de que Ángel Víctor Torres quiera darle otro quebradero de cabeza a Pedro Sánchez, con el tema catalán en carne viva, y del papel de Coalición Canaria, tras “25 años de desidia”. Para Ródenas, el episodio de Ana Oramas en el Congreso durante la investidura de Sánchez fue “una vergüenza, estaba totalmente llena de ideología y de odio a la izquierda y al nacionalismo. Hizo un muy mal servicio a los intereses de Canarias”.
Ródenas cree que las élites canarias no están a la altura. “Seguimos un poco en la tesis del ‘vagón de cola’ poco después de entrar en el Mercado Común: si España está dentro, ya nos beneficiaremos, aunque seamos cola de león. Pero esa tesis no funciona en absoluto. Claro que nos beneficia, pero esa no puede ser la mentalidad”, explica.
Para el filósofo, esa actitud sirve para explicar lo que él considera un entusiasmo muy exagerado con el nuevo Régimen Económico y Fiscal y el nuevo Estatuto de Autonomía canario, ambos de 2018. “La mentalidad que tiene la clase política canaria es que estamos ante un estatuto de máximos, cuando deberíamos decir que aspiramos a más, porque con este estatuto y en este REF no vamos a poder abordar todos nuestro problemas. Hay que considerarlo como un punto de partida para seguir exigiendo más”.
Canarias, como demuestra la situación climática o el coronavirus, es también pura interconexión planetaria. “Vivimos en medio de interacciones que son múltiples, donde puede haber fenómenos que destartalan los modelos establecidos. Y estos contextos generan muchas incertidumbres, al no saber qué es lo que va a ocurrir. Si las capacidades de los gobiernos no son buenas, esto se transmite a todo el cuerpo social. Y las incertidumbres se convierten en miedos. Y los miedos se propagan, en medio de la desinformación y el pánico”, afirma José Ángel Rodríguez.
Sobre el papel de las élites, su mirada tampoco es muy esperanzadora, en medio -como estamos- de un sinfín de debates sobre el modelo de desarrollo, la transición ecológica, la movilidad y el transporte, la educación, cultura. Sin grandes planes a largo plazo que generen consenso y cambien esta nacionalidad isleña: “Detrás de muchas decisiones, ¿hay realmente pensamiento, reflexión, manejo de escenarios? Yo creo que el nivel de preparación deja bastante que desear. Por eso se ve tanto simplismo en el debate político y económico. Muchos no ven más allá de tres o cuatro cosas que puedan estar relacionadas. Quizá sea porque resulta más fácil que lleguen esos mensajes. Pero a lo mejor no solucionan nada”, comenta José Ángel Rodríguez.

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