la palma

De la coqueluche al coronavirus: otras epidemias no pudieron con la Bajada

En 1925 se celebraron las Lustrales sin ninguna clase de problema, pese a que por aquellos años era común la aparición de enfermedades mortales para la población, hoy controladas y casi inocuas
La Biblioteca Cervantes de la Real Sociedad Cosmológica de Santa Cruz de La Palma posee un valioso fondo antiguo. Cedida

Los palmeros recibieron esta semana una noticia del todo esperada debido a crisis sanitaria, pero dolorosa: la diócesis Nivariense, teniendo en cuenta la previsible imposibilidad de celebrar actos multitudinarios en los próximos meses, se veía obligada a suspender la Bajada de la Virgen de Las Nieves, patrona de la Isla Bonita, por primera vez en su historia. Y el anuncio, dado a conocer por Bernardo Álvarez, obispo de la institución clerical tinerfeña, se producía pocas horas antes del Día del Libro, el cual, a algunos conocedores de las efemérides isleñas, les hizo recordar otras epidemias que no aguaron la fiesta lustral, a diferencia de este coronavirus originado en la ciudad china de Wuhan.

El historiador e investigador Manuel Garrido, quien fuera secretario de la Real Sociedad Cosmológica de Santa Cruz de La Palma, señala que los orígenes del llamado inicialmente “Día del Libro Español” se remontan a 1926. El 6 de febrero de ese año, explica, el Ministerio de la Gobernación emitió una Real Orden mediante la que se establecía la obligación de organizar actos de enaltecimiento de la literatura cada 7 de octubre, y más concretamente, tomando El Quijote, de Miguel de Cervantes, “como ejemplo de obra cumbre de las letras hispanas”, indica el autor del estudio. Esta fecha se modificaría en 1930 al 23 de abril -como en la actualidad- para hacerla coincidir con el fallecimiento del también conocido como manco de Lepanto.

Lo cierto es que en el estreno de la festividad, tal y como recoge Garrido en su investigación, algunas localidades de la Isla experimentaron dificultades para la programación de eventos, visto que “las instrucciones llegaron con retraso” al ser publicadas en el BOE el 31 de septiembre. Sin embargo, detalla que “todos los municipios menos uno” la “celebraron con mayor o menor importancia”. Los Llanos de Aridane fue el poco agraciado, que según se desprende de los escritos recopilados por el historiador, no pudo llevar a efecto “ninguno de los actos de los ordenados, ni en las Escuelas Nacionales se efectuó ninguno de ellos”. Y dentro de las problemáticas que atravesaron todos los Consistorios para dar cumplimiento a la Real Orden, como el de Garafía, que trasladó la cita al mes de octubre “por mal tiempo de lluvia”, se encuentran los casos de Breña Alta y Santa Cruz, donde los centros educativos se encontraban clausurados “a causa de la epidemia difteria coqueluche”.

Se trata de una patología que hoy denominamos tosferina o tos convulsa y que, a lo largo de muchos años, se cobró la vida de centenares de niños de La Palma. Era muy común que se procediera a cerrar las escuelas para evitar contagios de esta y de otras enfermedades, y aún así, un año antes, en 1925, la Bajada se desarrolló con naturalidad. Ninguno de los brotes ni factores climáticos adversos que han azotado a la sociedad palmera durante más de tres siglos (desde 1676) han evitado que la Patrona baje a la ciudad. Pero este virus es distinto: ha logrado doblegar a una población entregada a la preservación de sus tradiciones; aún así esta facultad no se perderá con la nueva normalidad.

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