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Jorge Riechmann: “La Covid-19 es una broma comparada con la crisis ecológico-social que viene”

El poeta, matemático, ensayista, traductor, filósofo, ecologista y doctor en Ciencias Políticas arroja luz sobre el mundo que renace

La sociedad que conocíamos ha dejado de existir. La irrupción del coronavirus nos ha obligado a cambiar algunos hábitos que considerábamos parte de la vida normal. Y en la labor de saber si estas alteraciones de la conducta eran necesarias o por qué han tenido lugar se encuentran buena parte de los grandes pensadores de nuestro tiempo. Entre ellos está el poeta, matemático, ensayista, traductor, filósofo, ecologista y doctor en Ciencias Políticas Jorge Riechmann (Madrid, 1962), quien atiende nuestra llamada para arrojar luz sobre cómo será el mundo que renace.

– Al ver las tasas de contaminación rozando mínimos históricos, ¿qué es lo que piensa?
“Creo que ahí tenemos la comparación de esta emergencia sanitaria, que nuestra sociedad sí se ha tomado en serio, con las supuestas emergencias climáticas que se declararon hace unos meses. Comparar una emergencia en la cual la sociedad percibe un riesgo muy grande con esa broma que fueron las declaraciones de emergencia climática, sin ningún efecto práctico, nos debería hacer reflexionar”.

– ¿Qué fueron entonces?
“Una declaración de buenas intenciones que no va acompañada del tipo de acciones que necesitaríamos. Tomás de la Quadra-Salcedo, ministro de Justicia en su tiempo, presidente del Consejo de Estado y catedrático emérito, escribió hace poco un artículo en el que hablaba de la naturaleza desbocada, que ha determinado una alteración de los límites ordinarios de nuestros derechos, y dice que ‘los ha alterado al poner por delante una obligación ineludible: la de no hacer daño a los demás. El viejo principio romano de no hacer daño al otro, el alterum non laedere de Ulpiano, sigue explicando muchas cosas’. Es decir, el daño a los demás que está causando ya y va a causar el calentamiento global, y la obligación de no hacer daño a los demás se percibe como muy importante; lo que opinan los epidemiólogos va por delante. No tiene nada que ver con cómo estamos asumiendo otro riesgo catastrófico de mucha mayor magnitud. La Covid-19 es una broma comparada con lo que se viene encima con otras dimensiones de la crisis ecológico-social”.

– ¿Qué hay del parón que afecta a la economía?
“Este parón podría haberse dado por dos o tres lugares más. Si no hubiera llegado ahora de esta manera, lo habría hecho dentro de dos años con un golpe similar o peor, por ejemplo, a causa de la crisis energética. Es una sociedad entera la que está chocando contra los límites biofísicos del planeta Tierra, y no mostramos demasiada voluntad de hacernos cargo del problema”.

– Esta situación nos ha descolocado, porque no es una crisis cíclica más, sino sobrevenida…
“Sí, y, además, insisto, es solo uno de los choques que vamos a sufrir. No sabemos exactamente cuál será el siguiente. Pero puede ser darnos cuenta de que se ha venido acumulando deuda suponiendo que va a haber crecimiento económico en el futuro, cuando es completamente ilusorio. Puede ser ese, uno energético u otra pandemia. Necesitaríamos ver el carácter multidimensional de la crisis en la que estamos y la necesidad de cambios sistémicos si de verdad aspiramos a tener algún futuro en el planeta Tierra”.

– ¿Y la naturaleza no trata de defenderse de algún modo?
“La naturaleza, aunque podamos hablar metafóricamente a veces, no es un sujeto que esté planeando hacer cosas. Simplemente encajamos tan mal en la biosfera que la dañamos a ella, y, al hacerlo, nos dañamos a nosotros mismos. Está claro que la destrucción ecológica contribuye a las pandemias de varias formas, al menos de cuatro que son muy importantes: la deforestación y la destrucción de hábitats; la ganadería industrial, entre otros el uso de antibióticos, que va creando bacterias con resistencia a todos los antibióticos de los que disponemos; el aumento de las temperaturas, ya que se está derritiendo el permafrost, las tierras permanentemente heladas en torno al Ártico, y eso puede liberar también microbios que pueden haber estado congelados 30.000 años; y el calentamiento global, que también hace que vectores de enfermedades que antes estaban confinados en zonas tropicales ahora estén llegando a las zonas templadas, como los mosquitos tigre. De esas formas, la destrucción ecológica contribuye a las pandemias”.

– ¿Cree que hemos llegado a un punto de no retorno?
“No hay uno solo, hay varios, que se refieren a distintas dimensiones de esta crisis. Pero el problema de los puntos sin retorno es que los percibimos a posteriori, cuando ya es demasiado tarde”.

– ¿Cómo cree que será todo tras este confinamiento?
“Pues ahí estamos, especulando y dándole vueltas al asunto. Para mí el problema es que intentemos volver a una situación anterior percibida como normal, cuando no lo era en absoluto. El lema que ha circulado estos días de ‘la normalidad era el problema’ es verdad, sin embargo, el intento por regresar a esa normalidad todavía puede hacer que nos estrellemos con más fuerza con las otras dimensiones de esta crisis. Creo que es el mayor riesgo. La tentación de intentar un relanzamiento de la economía a toda costa ya está llevando a un país como China a la construcción de cientos de nuevas centrales térmicas de carbón, para asegurar un suministro energético para ese capitalismo dinámico. Siendo lo grave que es esta pandemia, lo otro es muchísimo peor”.

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