La cara más amarga de esta crisis que en proporciones ya tiene las mismas consecuencias sociales y económicas que sanitarias, es el incremento de familias que necesitan ayudas y fundamentalmente, alimentos.
Quienes viven de cerca esta realidad aseguran que el futuro es, quizás, más preocupante que el presente. Es el caso de Lalo Martín, presidente de la Fundación Canaria José Luis Montesinos, encargada junto con Cruz Roja y Cáritas de repartir alimentos a los usuarios derivados de los servicios sociales del Ayuntamiento del Puerto de la Cruz.
Martín confirma que el número se ha multiplicado por dos desde que se decretó el Estado de Alarma, pasando de 488 familias (unos 1.300 usuarios) a las 1.000. “Afortunadamente habíamos recibido 27 toneladas del programa europeo de ayuda alimentaria (PEAD) correspondientes a 2019 antes del 14 de marzo y eso nos permitió dar una solución rápida. Pero aun no nos ha llegado el primer reparto de este año”, asegura.
Con estos datos, es imposible no preocuparse por el futuro. “Todavía estamos bien porque hemos tenido muchas donaciones de agricultores y hoteles pero nos preocupa lo que vendrá, porque estos últimos ya no tendrán reservas de mercancías y los primeros habrán descartado cosechar aquello que lo les da ganancias”, sostiene.
Por eso, la Fundación acepta donaciones, sobre todo de alimentos no perecederos, para tener en stock y prepararse de cara a los próximos meses. La campaña de recogida que organizaron destinada a los más pequeños (biberones, leche y toallitas) resultó un éxito y también consiguió un donativo económico que les permitió comprar botellas de gas que se reparten como vales entre las familias que no disponen de dinero efectivo para adquirirla.
Todo es poco cuando se tienen nuevos perfiles de usuarios, personas que nunca habían acudido a los servicios sociales o a entidades solidarias. “Hay mucha mucha gente que llega a la Fundación a preguntar qué tiene que hacer, que no quiere dinero sino algo para llevar de comer a su casa”, apunta el presidente.
Apunta que son muchos los extranjeros que están en la ciudad sin recursos, obligados por la actual situación, y a su vez hay muchas personas que no tienen a nadie y se ven solas afrontando esta crisis. A ellos se suman familias enteras que se han quedado sin trabajo, se han visto afectadas por un ERTE, o autónomos que no cuentan con ningún tipo de ingresos pero muchos gastos a los que hacer frente.
Lalo cuenta con un equipo de 25 voluntarios, “gente que cree en este proyecto y los verdaderos artífices de todo lo que se puede llevar a cabo”, señala. Su labor es incluso más amplia ya que además de repartir alimentos tienen que ordenar los alimentos, comprobar las fechas de caducidad y organizar las compras dependiendo de las necesidades y el número de miembros de cada familia, según las indicaciones que reciben de los trabajadores sociales.
“La gente está siendo bastante consciente de la situación, e intenta ahorrar bastante y eso hay que reconocerlo. Cuando no consume algo te lo dicen para que lo pueda aprovechar otra familia. Si algo es cierto en esta crisis es que estamos viendo lo mejor y lo peor de cada uno”, declara.
La Fundación también mantiene el servicio de ayuda asistencial de recursos destinados a atender necesidades específicas, como pueden ser camas articuladas o sillas de ruedas. Además, atiende a personas que aunque tienen recursos económicos no pueden salir de casa porque forman parte de la población de riesgo y necesitan que les hagan la compra, los trasladen a los CAE para las consultas médicas o le recojan y tiren la basura.
“Estamos intentando ir apagando fuegos a medida que surgen, porque es una situación que nunca se nos había presentado”, sostiene Martín. Aunque no siempre hay agua suficiente, intentan conseguirla como sea, ya que imágenes de mayores solos o de una madre con un niño en brazos le dan fuerzas a diario a todo el equipo para convencerse de que “no hay que parar, sino seguir un poco más porque hay que llegar al final”.
“Hay que ser solidarios y dejar la política y las guerras a un lado”
Lalo Martín cree que en estos momentos hay que ser solidarios, pensar que la política debe quedarse a un lado y tener el objetivo común de salir adelante. Para ello, es fundamental establecer unas bases que permitan “de una vez por todas” poner el Puerto de la Cruz “en marcha” creyendo en quien le toca gobernar y apoyarlo. “Ya dentro de cuatro años tocará pasar examen en las urnas. Ahora no vale hacer la guerra en las calles”, opina