Casimiro Curbelo es la clave de bóveda del Pacto de Progreso y ejerce la función sin estridencias. En el Punto de Encuentro de DIARIO DE AVISOS, realizado ayer en el periódico digital de esta casa, el político gomero se pronunció sobre el arco de todos los asuntos que describen la actual realidad canaria con un talante que es talento si se sabe usar: la humildad. Siendo la dovela del pacto que todos se rifaban en los días desquiciados de CC, cuando el escrutinio de las urnas y la alineación de los planetas predecía un nuevo gobierno y un nuevo inquilino en la oposición, Curbelo transmite un seny que le falta a la política a menudo, la canaria, la española y la internacional. (Ahora que todo, con un virus universal, se parece tanto en todas partes.) Curbelo predica en el Gobierno y CC en el desierto, pero ni con la pandemia que eclipsa la vida, la economía y la política, hay tregua en esta tierra, y en la cuarentena la pereza de un partido mal acostumbrado a vegetar en la grada ha dado alas a los muñidores de conspiraciones, censuras y asaltos al tren.
El patio que viene lo describió ayer, en la Comisión de Asuntos Económicos del Congreso, Hernández de Cos, que algo sabe del horizonte económico tras la crisis sanitaria. Lo que soltó el gobernador del Banco de España, en otros tiempos se habría comparado con una bomba. Ahora tenemos tan alto el umbral de tolerancia de catástrofes, que oírle decir que el PIB español podrá caer hasta un 12,4%, más allá de las pesimistas previsiones conocidas hasta ahora, es, como decía ayer Casimiro Curbelo, mencionar cifras y porcentajes que jamás habían salido de boca de nadie. Estamos acostumbrándonos a recibir una posguerra económica dantesca. “En lugar de tener que levantar edificios, hay que levantar la economía”, sintetizó Curbelo, que sabe mejor que Sánchez lo que es ser mando único en plaza.
De manera que el escenario al que se enfrentan las Islas, tras la desescalada, es de ruina económica.
Curbelo invoca el auxilio de Madrid. “El Estado nos tiene que ayudar”, dijo sin margen de duda. Y despejó la que concierne al pacto que gobierna en las Islas, ante el artificio mediático de que el cuatripartito se tambalea. La respuesta de Curbelo no fue diplomática, sino directa: “El que quiera ver debilidad en el Gobierno ha de saber que en el peor de los escenarios, de que Madrid no atienda a Canarias, que no va a ocurrir, este Gobierno seguirá, porque tiene vocación de continuidad”. La tesis del dirigente gomero es que un pacto de progreso es el más adecuado para una crisis como esta, y citó la ayuda de emergencia de inminente pago y la vigencia de un presupuesto de más de 8.000 millones que permanece intacto pese al virus de China.
A sabiendas de que La Gomera es un ejemplo a seguir en el desconfinamiento (allí empezó todo y las cosas se hicieron bien, paso a paso, sin moverse del kilómetro cero), Curbelo dibujó el campo de batalla al que se enfrentan las Islas. A su juicio, hay un tête à tête Canarias-Madrid que puede derivar en conflictos varios. Habló de enfadarse con el Estado si es necesario, de ponerse serios y pelear. Y describió al tándem Torres-Román como dos gladiadores que sabrán ser “reinvindicativos” frente al poder central.
En La Gomera, los aborígemes sellaban sus pactos de colactación bebiendo leche de un mismo gánigo, pero, si se les cruzaban los cables, lo quebraban contra el suelo. La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, debería conocer cómo se las gastaban los antepasados de Casimiro Curbelo antes de reunirse con él, presidente de la Fecai, que ayer le pidió una entrevista para hablar de las perras.