política

El penúltimo arreón de la ‘vieja’ Coalición

La resistencia de sus líderes a no asumir la oposición tras el revés de 2019 mantiene a CC inmersa en su versión tradicional: las censuras, los problemas judiciales y el vampirismo a sus socios locales
Carlos Alonso, José Alberto Díaz, José Manuel Bermúdez y Fernando Clavijo, en un acto electoral de 2015
Carlos Alonso, José Alberto Díaz, José Manuel Bermúdez y Fernando Clavijo, en un acto electoral de 2015
Carlos Alonso, José Alberto Díaz, José Manuel Bermúdez y Fernando Clavijo, en un acto electoral de 2015. DA

Ni la pandemia ha logrado que un partido como Coalición Canaria aprenda de los errores que lo han condenado a la oposición tras tantos años en el poder de la política isleña. Lejos ya de aquel proyecto ilusionante de un nacionalismo isleño capaz de aglutinar, desde la moderación, a políticos de todo el arco ideológico, vuelve a ser noticia con su cara más convencional: la inherente a las mociones de censura, la del vampirismo a sus socios locales de turno y, sobre todo últimamente, la de los problemas de algunos de sus dirigentes más destacados con la Justicia.

Sigue como si nada hubiera pasado pese a la hecatombe de 2019, cuando Coalición quedó en manos de un negociador como Fernando Clavijo, quien entregó la organización a su alianza con el Partido Popular estatal (Teodoro García Egea) y fue incapaz de retirarse a tiempo a pesar de que todos sabían que su condición como imputado por el caso Grúas cercenaba la posibilidad de seguir en el Gobierno de Canarias.

Como si no hubiera un motivo para la reflexión de abordo, a fin de recuperar las viejas simpatías que despertaba en su electorado natural y la evidente existencia de un enorme espacio político que el nacionalismo tiene en unas Islas tan lejanas, en lo físico y en lo político, al resto del país.

Pero no hay manera. En vez de celebrar un congreso extraordinario donde rendir las oportunas cuentas, CC desentierra hoy su antiguo papel como actor protagonista de la moción de censura en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife. Tan legítima como censurable a su vez, al negociarse en pleno confinamiento y apoyarse en una concejala tránsfuga y con un cabeza de lista, José Manuel Bermúdez, que no pone reparo alguno a tener que gobernar con la ultraderecha si hiciera falta, una vez que han trascendido ciertas posturas próximas a Vox de la concejala expulsada por Cs y necesaria para el éxito de la censura.

La clave

Ahí radica la clave, volver al poder como sea, a tal punto que ni siquiera se tomaron la molestia de trabajarse el argumentario, que obviamente entienden un trabajo adjudicado a su notable armada mediática. Cuando Bermúdez habla de “involución” suena a humorada, al comparar el año de gobierno municipal de PSOE y Ciudadanos con la etapa de su partido al frente de la capital tinerfeña, prácticamente desde el franquismo. En cuanto a Evelyn Alonso, que cita el carro de la música que recorrió los barrios y un tema del Cabildo como es Ansina antes de volver a su monotema, Venezuela, ni siquiera llega a despertar media sonrisa.

Esa falta de justificación ha devenido en otro viejo recurso de CC, la clásica zancadilla, reflejada en la grabación de Patricia Hernández, pero esta vez les ha salido rana con la réplica insospechada de Guillermo Díaz Guerra, tan esclarecedora para quien aún no sepa de qué va este guiso de ponzoñas.

Decía, precisamente, Díaz Guerra (PP), que lo de Fiestas es un escándalo, y basta con echar un vistazo a los expedientes de las contrataciones de Juan Luis Guerra y Sebastián Yatra con vistas a los carnavales de 2019 y 2018 para darle la razón, sin que los afectados den alguna explicación válida de por qué (citando dos ejemplos) se abonó un cuarto de millón de euros sin exigir las facturas preceptivas (en el caso del dominicano) o se firmó un contrato por una actuación días después de que no tuviera lugar (el del colombiano).

Como quiera que ambos temas están ya en manos de la Fiscalía (con otros en lista de espera como es el de Sacyr), puede que los implicados aspiren a contar con la buena fortuna del citado Clavijo cuando se las tiene que ver con la Justicia.

Como lo ético y lo moral hace mucho que se orilló en este politiqueo, dio igual que al lagunero se le pudiera escuchar en plena trapisonda cuando el caso Corredor, dado que desapareció en el juzgado justo el papel donde se autorizaban tales escuchas. Tampoco parece importar que el Tribunal Supremo archive el caso Grúas sin que se incluya todo lo investigado hasta entonces en un juzgado lagunero.

Caso reparos

Veremos qué ocurre con el incipiente caso Reparos, que tanto promete iluminar acerca de las prácticas llevadas a cabo en el Ayuntamiento lagunero en tiempos del largo reinado de CC. Todo ello, sin olvidar el reguero de sentencias y escándalos en las empresas públicas del Cabildo, donde no se salvó ni Sinpromi.

No solo Coalición Canaria se ha servido de las mociones de censuras y el juego sucio, como tampoco son sus dirigentes los únicos con problemas en los juzgados, no, por mucho que CC se distinga por ello. Pero si algo caracteriza a este partido es comprobar cómo, una y otra vez, vampiriza inexorablemente a la formación política que comete el error de pactar con ellos. De ahí la reflexión (sorprendido por la grabadora oculta) del portavoz del PP, Díaz Guerra, que se enfrenta a su exceso de sinceridad y a la necesidad de compartir mesa y mantel con su socio coalicionero, pese a no serle plato de buen gusto.

A nadie con algo de memoria se le escapa que, si el cuatripartito existe, es porque Nueva Canarias es una escisión de CC tras la traición a Román Rodríguez, y porque sigue cercana en el tiempo la expulsión de los socialistas del Gobierno, ya con Clavijo de presidente regional. Hasta en Podemos, una formación con tantos cuadros derivados desde IUC, recuerdan a esos concejales que tan poco les duraron tras ser elegidos con sus siglas para ser absorbidos por Coalición en plazas como Santa Cruz o La Laguna.

El PP, otra vez su víctima

Su nueva/vieja víctima es, ahora, como queda de manifiesto en esta crisis de los audios en víspera de la censura, el Partido Popular de Tenerife, como bien sabe Díaz Guerra, que volverá a perder votos en las próximas elecciones tras este acuerdo para la moción del día 13. Que eso le importa un bledo al inefable Teodoro García Egea (secretario general del PP nacional) es evidente, confiado el peninsular en los cantos de sirena de Clavijo, quien le tiene prometida una censura en el Parlamento de Canarias contra el Gobierno de Torres, que, por ahora, sigue pendiente de dos diputados (Ricardo Fernández de la Puente y Lucas Bravo de Laguna) quienes, al parecer, no están por la labor pese a las promesas recibidas. Al menos, por ahora.

Teodoro García Egea, o cómo disparar contra los propios

Cada vez que se acerca a Canarias, el número dos del Partido Popular a nivel nacional castiga a los suyos. Ya forzó el adiós de Asier Antona, de los pocos con agallas para discutir a CC. Ahora lo tiene todo listo para hundir a su partido en Tenerife n

TE PUEDE INTERESAR