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Los calores y Woody Allen

Han llegado los calores de julio, que parece que sofocan las ansias de notoriedad de los políticos y aplacan las ínfulas oratorias y de todo tipo de los hombres y de las mujeres públicos

Han llegado los calores de julio, que parece que sofocan las ansias de notoriedad de los políticos y aplacan las ínfulas oratorias y de todo tipo de los hombres y de las mujeres públicos. Pero siempre hay coñazos que te dan la lata, haga el tiempo que haga, así que he optado por desenchufar los teléfonos y sólo pongo en servicio el móvil determinadas horas del día; las que no duermo, que son pocas, porque me paso el día durmiendo o traspuesto, sea en la cama o en el sillón. Ahora estoy leyendo, en los ratos libres de sueño, la autobiografía de Woody Allen, que es buenísima. Es curioso, Woody Allen no era santo de mi devoción hasta que vi su película Midnight in Paris, que es un viaje al pasado cultural fantástico y que me cautivó. Después de esa, he visto casi todas sus pelis, unas cuarenta, y me han interesado, una detrás de otra. Evidentemente, Allen es un genio, tanto como director como autor, lo mismo que lo fueron –como directores- Orson Welles y Billy Wilder. Además, Allen estuvo casado con mi actriz favorita y contemporánea, Diane Keaton, ganadora de un Oscar y de dos Globos de Oro. Para mí, Cuando menos te lo esperas, junto a Jack Nicholson, es una obra de arte de la comedia. Ella estuvo nominada a un Oscar por esta peli y lo ganó con Annie Hall. La vida de Woody Allen está llena de episodios tal y como es él: extraños, rocambolescos, faltos de cualquier lógica, esperpénticos. Pero nada de eso le puede hurtar la categoría de genio. Es la vida misma, llena de contradicciones y de sinsentidos. Y, de paso, en su relato desmitifica cosas que se han dicho de él y que, según el personaje, no son ciertas. Estoy disfrutando con el libro.

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