viernes a la sombra

Resto del mandato

Relevo, previa censura, en la Alcaldía de Santa Cruz de Tenerife. Nueva etapa recién iniciado el segundo año del mandato, cuando hay que propiciar la velocidad de crucero para completarlo, conforme a la tarea de planificación que se haya podido hacer, la experiencia que los ediles hayan podido adquirir en su desempeño y gestionar con solvencia, la capacidad de comunicación que se posea para persuadir a la ciudadanía de los logros y avances y la solvencia política que se pueda acreditar con tal de intentar renovar la confianza de los electores y seguir gobernando o ganársela erigiéndose en alternativa con propiedades. Varias asignaturas en liza suscitan unas cuantas incógnitas. Cómo gobernar contra reloj, una de ellas, teniendo en cuenta los apremios y sin perder de vista que hay temas pendientes, algunos de naturaleza y resolución complicada. Cómo administrar el activo acumulado, otra, si es que la gente no lo ha olvidado. Gobierno y oposición en la capital se aprestan a librar una batalla política inédita, plena de incertidumbres y condicionada por una censura en la que no han faltado aderezos que los protagonistas, censurantes y censurados, manejarán en el presente y en el futuro a su antojo, da igual contemplando a distancia o de reojo cercano y receloso si las conversaciones para refrescar el pacto antitransfuguismo producen alguna ocurrencia, más o menos afortunada. Dará igual: los políticos no harán caso de los posibles acuerdos. Mientras todo dependa de tener un voto más (las circunstancias en que se obtenga son un cantar novelesco), se perderán en debates estériles, filosofías de enredo y saltos legalistas hasta acabar en tribunales mientras se van arbitrando soluciones provisionales, no importa que al margen de la ley, precisamente. Ahora en Santa Cruz se sucederá la retahíla de justificaciones, pero serán más ornamentales que otra cosa. Quienes recobran el gobierno saben que no volverá a ser como antes, por mucho apoyo mediático que se revuelva. Ahora, incluso, es una fórmula nueva, aunque la entente nacionalista-conservadora ya haya sido ensayada. Alguno jugará a no ser comparsa siquiera para no repetir papel en el futuro. Deben esperar una cruda fiscalización, si bien los socialistas parten a sabiendas de que no bastará para intentar repetir el resultado de 2019. Entonces, Patricia Hernández obtuvo un excelente resultado porque discutió de tú a tú con sus adversarios. Quiso y supo hacerlo. En escenarios, además, que les eran o habían sido históricamente muy favorables. Y salió airosa. Ahora, ni siquiera el afán de castigo del electorado a una opción que se había eternizado en el poder y que lucía hasta cuatro alcaldías, será una baza teóricamente beneficiosa. Revanchismo, no. Queden para otros esos afanes. Igual de dudoso es el victimismo que, en todo caso, el socialismo tiene que saber administrar. Pero la experiencia ganada debe ayudar y ser un punto de apoyo consistente para emprender, esto es, hacer una oposición imaginativa y perseverante, con propuestas incesantes con las que no ir a remolque y obligar al grupo gobernante a rechazar siquiera por la vía de carencia de ficha financiera. Ese, al final del mandato, es un factor de medición importante. Claro que para esto es primordial el papel del partido que seguro será el principal sostén para alcanzar las metas… ojo, si funciona, si mantiene el pulso y si despliega una actividad cuyo latido se note. Lo contrario será retornar a los viejos hábitos que nunca propiciaron un triunfo socialista en la capital. A estas alturas, está claro que hay que captar apoyos o respaldos electorales de todas partes en medio de un ambiente poco propicio para la política en general. Cierto que las campañas se hacen en otros foros, luego éstos no serán productivos si no cuentan con un activismo serio y participativo. Por supuesto, será una batalla política muy atractiva.

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