Yo conocí a Don King, el famoso promotor de los combates de Cassius Clay, entre otros muchos boxeadores, en el hotel Caracas Hilton de la capital venezolana. Me lo encontré en un pasillo y le hice unas preguntas en inglés, aunque él sabía algo de español, si no recuerdo mal. Le saqué una entrevista y una foto. Pero me dice mi viejo amigo David Asensio, que fue promotor de boxeo en Tenerife hasta que se cansó o lo cansaron, que también estuvo en Tenerife. Y que intentó organizar aquí un campeonato del mundo de los grandes pesos, con el mismo Muhammed Ali y otro boxeador italiano, cuyo nombre no recordaba. Yo no conocía esta historia. Me viene a la memoria la anécdota de los buenos tiempos del boxeo en la plaza de toros. Combate entre un blanco y un negro y cuerada monumental del blanco al negro, que era un paquete y que no daba una. Cuando el tío se había quedado en el centro del ring, cazando moscas, el que iba dominando el combate le pega una piña al mentón y da con el otro en la lona. Pero se levantó, era valiente. En uno de los lances finales del combate, mientras el púgil negro se hallaba arrinconado en un rincón, en el silencio de la plaza de toros, un matiento se levantó y dirigiéndose al dominador, le gritó: “Fulanito, Fulanito, ¿por qué desprecias su colol?”. La plaza se vino abajo, pero de risa. La anécdota la conoce bien mi amigo Antonio Salgado, uno de los mejores críticos de boxeo que ha tenido España, con Manuel Alcántara, gran poeta además, y Antonio Vadillo. Tenerife vivió su época dorada del boxeo en los años sesenta y setenta. David Asensio se acuerda bien. Y también se acuerda de que perdió mucho dinero por culpa del deporte que tanto amaba.