tribuna

Sensatez e imprudencia

Por Arturo Trujillo

Es una obviedad, sin duda, decir que el Congreso de los Diputados y el Senado son los templos de la democracia a los que nuestra Constitución les otorgó, entre otras, la facultad de controlar al Gobierno. Y siendo así, me parece que los parlamentarios deberían tener un cuidado exquisito a la hora de elegir los temas que llevan a debatir en ambas cámaras. Concretamente las comisiones de portavoces, que son las que marcan las sesiones de control, deben tener en cuenta, tanto el momento elegido para debatir, como la urgencia del tema que se va a discutir y el propio asunto.
Es como lo ha entendido la diputada Ana Oramas, de Coalición Canaria, quien según hemos comprobado a través de unas imágenes en un video que circula por WhatsApp y que se ha hecho viral, nos ha descubierto la frivolidad de una parte de sus señorías a la hora de elegir los temas. Y, por tanto, parece muy sensato que la diputada nacionalista haya denunciado, sobre todo “con la que está cayendo”, que diputados y senadores utilicen estas sesiones para hablar de asuntos que no tienen la urgencia debida, como es el caso al que Oramas se refiere, relacionado con la Radio Televisión Española. Que también es importante, pero no en estos momentos. De ahí que la diputada llegase a preguntar en voz alta a sus compañeros de comisión, “¿qué estamos haciendo?”. “¿Cómo es posible que se haya programado una comparecencia de ministros para hablar, en estos momentos tan delicados para el país, sobre el funcionamiento del ente público?”.
Y me parece que esa misma reflexión la hemos hecho una amplia mayoría de españoles. Porque la elección de asuntos como éste de la RTVA, en estos momentos de pandemia, parece que se trata de un desconocimiento por parte de nuestros diputados, sobre lo que está ocurriendo en la calle. Porque, cuando todo el país está inmerso en una pandemia de consecuencias imprevisibles; cuando vemos cómo el paro aumenta de manera exponencial y la economía sufre un retroceso espectacular; cuando nos encontramos a las puertas de un nuevo curso escolar que, en estas fechas, aún no se sabe cómo y cuándo va a arrancar; cuando el turismo, nuestra mayor fuente de ingresos, está absolutamente paralizado; cuando continúan entrando en las islas, como “Pedro por su casa”, ingentes cantidades de migrantes que huyen del hambre que invade gran parte del continente Africano; cuando todavía no sabemos cómo vamos a salir de esta enorme crisis social y económica; cuando nuestras administraciones públicas siguen aumentando sus gastos con contrataciones de personal designados a dedo y el despilfarro sigue siendo la nota predominante en sus actuaciones; cuando ni siquiera han sido capaces de reunirse para modificar la actual legislación y terminar de una vez con el grave problema de los okupas; cuando… En fin, cuando todo esto está sucediendo ahí fuera, nuestros diputados y senadores se reúnen para hablar de lo bien o mal que lo están haciendo los responsables de la TVE.
Y de la sensatez de Oramas saltamos a la imprudencia de Caballero, ese alcalde de Vigo que se ha empeñado en que la Navidad dure todo el año. Hasta tal punto es así, que ya ha comprado 10 millones de bombillas LED, que aproximadamente son unos 15 millones de euros del erario público, para iluminar su municipio durante unas fiestas que tradicionalmente se celebran en el mes de diciembre. Un despilfarro económico muy propio de un edil que ha querido seguir las enseñanzas de su compañera, la vicepresidenta primera del Gobierno, Carmen Calvo, y así hacer suya aquella frase de “Estamos manejando dinero público, y el dinero público no es de nadie”. Y así nos va.

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