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Tiroteo

Donald Trump tuvo que abandonar una rueda de prensa, en la misma Casa Blanca, urgido por el Servicio Secreto. En el exterior se estaba produciendo un tiroteo y los agentes que protegen al presidente se lo llevaron al búnker presidencial, hasta aclarar los hechos. Al parecer, un hombre armado, que estaba demasiado cerca del edificio, fue abatido por los agentes. No hubo, como en las películas, grandes alardes. Un agente se acercó a Trump y le dijo, interrumpiéndole: “¿Me acompaña, señor?”. Trump apenas preguntó algo y acompañó al hombre encargado de su seguridad por el pasillo que comunica el ala Oeste con la sala de prensa. La puerta automática azul se abrió y al rato volvió el presidente, que estaba hablando de la pandemia. Inmediatamente las preguntas cambiaron de sentido, interesándose los periodistas por su seguridad personal y por lo que había ocurrido. “Tendrán ustedes información enseguida”, dijo Trump, como así ocurrió. Igualito que en España, en cuanto a rapidez en contar lo que ocurre. La seguridad del presidente de los Estados unidos es prioritaria. Se ocupa de ello el Servicio Secreto, que es una agencia federal que tiene cerca de 5.000 agentes, de paisano y de uniforme. Su misión es diversa: por un lado, se ocupa de la seguridad del presidente, el vicepresidente y las personalidades extranjeras, incluidas las embajadas. Por otro, tiene competencias en la detección de falsificación de moneda. En un tiempo dependió del Departamento del Tesoro y ahora lo gestiona el de Seguridad Nacional. No pierden de vista a los presidentes, a los que están obligados a proteger con su propia vida. No se cortan. Ese “¿me acompaña, señor?”, a la mínima sospecha de peligro, es obedecido sin rechistar por los mandatarios. Hasta el rebelde de Trump no dijo ni pío cuando el Dagente le pidió que saliera. Y es que cuando se oyen tiros lo mejor es quitarse de en medio.

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