la casa blanca

El debate vicepresidencial en el que se impuso una mosca

Al enfrentamiento entre Kamala Harris y Mike Pence le faltó pulso y le sobraron distracciones

Después del estridente debate entre el presidente Donald Trump y el exvicepresidente Joe Biden el mes pasado, que estuvo marcado por constantes interrupciones, insultos y un moderador incapaz de controlar la discusión, el debate de los candidatos a la vicepresidencia resultó, a grandes rasgos, más tradicional. El acto en sí, no suele tener mayor relevancia, ya que generalmente no produce grandes cambios en la opinión de los votantes. En esta ocasión, sin embargo, la diferencia viene dada por el potencial rol que el segundo en comando pueda asumir, dado que Biden tiene 77 años y el presidente Trump, 74, y lucha contra una grave enfermedad. En este contexto, se entiende que el debate, que de por sí fue bastante aburrido, haya tenido cierta trascendencia. Los cuatro puntos más destacables tienen que ver con las circunstancias actuales de la pandemia, con preguntas que se quedaron sin respuesta, y con una mosca que causó sensación en las redes.

Las elecciones aún dependen del coronavirus. Desde el comienzo del debate, la pandemia ocupó un lugar central. Se advirtió a los espectadores de que no se quitaran las mascarillas y los candidatos se sentaron en escritorios separados por más de metro y medio con láminas de plexiglás. Kamala Harris fue al ataque aprovechando el argumento principal de la candidatura demócrata, que establece que la gestión de Trump de la pandemia ha sido el mayor fracaso de cualquier administración presidencial en la historia del país.
Harris acusó al presidente de encubrir información sobre el virus cuando su equipo de seguridad nacional le informó en enero, y puso en evidencia que Trump todavía no tiene un plan para combatir la enfermedad.

Mike Pence defendió el historial del presidente y señaló la decisión de Trump de restringir los viajes desde China a finales de enero como prueba de que se tomó en serio la amenaza. Señaló que el plan del equipo de Biden-Harris para abordar el coronavirus con pruebas y el desarrollo de una vacuna refleja las acciones que la administración ya ha tomado, llegando a acusar a Biden de plagio. También intentó utilizar las críticas de Harris a la respuesta de la administración como un ataque a los sacrificios que los estadounidenses han hecho durante la crisis. A lo largo del debate, ya sea que la pregunta hiciera referencia a la economía o al sistema sanitario, la candidata demócrata encausó sus respuestas hacia la pandemia. Pence, a su vez, promocionó lo que llamó un progreso récord en el desarrollo de una vacuna y se comprometió, como lo ha hecho antes el presidente, a que millones de dosis estarían disponibles para fin de año. En un momento estelar, Harris dijo que se sometería a una vacuna aprobada por profesionales médicos, pero si solo lo dice Trump, no se la pone. Pocas respuestas. Hubo muchas menos conversaciones cruzadas y subidas de tono que en el debate presidencial. La moderadora Susan Page, de USA Today, pidió un “intercambio respetuoso” y recordó regularmente que no se interrumpieran. Pence y Harris no siempre cumplieron las reglas, especialmente el vicepresidente, quien se vio regañado por Harris: “Señor vicepresidente, estoy hablando. Estoy hablando”, dejando en claro que no iba a permitir que un oponente masculino se saliera con la suya con ninguna táctica de intimidación. Ambos candidatos frecuentemente eludían las preguntas por completo. El moderador optó por pasar a nuevos temas en lugar de plantear preguntas de seguimiento, lo que fue una oportunidad perdida sobre algunos tópicos clave que podrían haber sido noticia o al menos educar a los votantes sobre las posiciones de los candidatos. Pence tampoco explicó qué haría si el presidente no acepta los resultados de las elecciones o una transición pacífica del poder.

Estilos de debate

El estilo de Pence es casi opuesto al del presidente. Se mostró tranquilo y disciplinado, y llegó preparado para caracterizar la papeleta Biden-Harris como rehenes de la extrema izquierda del Partido Demócrata, específicamente en temas económicos. La economía ha sido constantemente el fuerte republicano con los votantes, pero esa fuerza ha disminuido a medida que el país lucha con la pérdida de empleos y el cierre de negocios. Pese a que, desde nuestro punto de vista en España, ambos partidos estadounidenses son conservadores, el vicepresidente la etiquetó de liberal, lo que para los partidarios de Trump y los conservadores es un insulto y, francamente, para la sociedad en general en Estados Unidos, un impedimento para ganar las elecciones. Pence, además, trajo a colación el Nuevo Acuerdo Verde de economía sostenible, cuya versión inicial es considerada excesivamente progresista (otra palabra que se ve con recelo en el país). Pence también afirmó que Biden va a aumentar los impuestos. En el tema del racismo sistemático, Harris fue directa en admitir que existe, mientras Pence, se salió por la tangente.

Una mosca generó el mayor revuelo. El debate no generó muchas noticias, por lo que cuando una mosca aterrizó en el pelo de Mike Pence, y se quedó allí durante más de dos minutos, la gente se quedó paralizada y muchos recurrieron a las redes sociales, incapaces de resistirse a hacer bromas. Poco después de que terminara el debate, la campaña de Biden publicó un anuncio de un matamoscas de marca.

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