política

Podemos y la “hipócrita” visita del ministro del Interior

Las críticas de la líder de Podemos Canarias al viaje de Marlaska sirve para evidenciar el malestar con una política que lleva meses posponiendo soluciones
Imagen del muelle de Arguineguín el pasado lunes 9 de noviembre. Europa Press
Imagen del muelle de Arguineguín el pasado lunes 9 de noviembre. Europa Press
Imagen del muelle de Arguineguín el pasado lunes 9 de noviembre. Europa Press

“Hipócrita” es un adjetivo fuerte. Es el que actúa con “fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan”, dice la RAE. Y así definió la secretaria general de Podemos Canarias, Laura Fuentes, el viaje del ministro del Interior, Fernando Grande- Marlaska, y de la comisaria europea Ylva Johansson para ver la situación migratoria en las Islas, con epicentro en el muelle de Arguineguín, donde ayer durmieron 2.000 personas. Están separadas como en pequeños “establos”, decía ayer el portavoz de CEAR, Txema Santana, una palabra durísima que refleja sus buenas mañas de periodista y nos permite imaginar lo que el Ministerio del Interior no nos deja ver en fotos, porque no le da la gana, reforzando esa sospecha de que lo que les compete tiene siempre un halo de oscurantismo. Gobierne quien gobierne.

“Hipócrita”, dice Fuentes, que pertenece a un partido que está en el Gobierno donde Marlaska es ministro. Hay quien lo ve incongruente. Yo no: mucha gente valora a Juan Carlos Rodríguez Ibarra, expresidente socialista de Extremadura, por haber criticado siempre con franqueza los pactos del PSOE con los nacionalistas. Nadie amordaza a Page cuando embiste a Sánchez. A casi todos nos pareció heroico ver a John MacCain, enfermo de cáncer, ir a votar, junto a otras dos senadoras republicanas, en contra de los planes de Trump para cargarse el Obamacare, el sistema de cobertura sanitaria público del que se benefician millones de estadounidenses. Y algunos sentimos cierta envidia gozosa cada vez que los diputados británicos, conservadores o laboristas, se rebelan contra el Gobierno de su partido por desavenencias ideológicas y de conciencia. Aunque eso incluso haga caer al Ejecutivo británico.

Me gustaría pensar que Laura Fuentes haría lo mismo aunque el ministro fuera de Unidas Podemos. Eso se llama disentir. Y es imposible no hacerlo después de lo que ha pasado en Arguineguín. De hecho, es lo que CC pide siempre a los partidos estatales cuando hay un asunto que afecta de manera especial a Canarias.
También habría estado estupendo que la Consejería de Derechos Sociales, en manos de Sí Podemos Canarias -la coalición formada por Unidas Podemos y Sí Se Puede-, hubiera convocado con más asiduidad al Foro Canario de Inmigración, un organismo creado precisamente para dotar de solidez y consistencia al discurso migratorio elaborado en Canarias. Además del hacinamiento, podríamos detectar, por ejemplo, los problemas de asistencia jurídica a los migrantes, muchos de los cuales huyen de países en conflicto y tendrían derecho a pedir protección internacional antes de que los envíen en un avión camino de Mauritania. “Nos quieren convertir en una isla-cárcel”, repite insistentemente el presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales. Y todas las críticas son valiosas para evitarlo.

Pero las disidencias, si son de Podemos, se convierten en incoherencias. Víctimas de sus propias inconsistencias, que las tienen, pero también de eso que ya se llama “generación tapón”, término que ha dado lugar a un libro del ensayista catalán Josep Sala i Cullell. Y cuya tesis y objetivo, según el sociólogo Ignacio Sánchez- Cuenca, es identificar a esa generación de jóvenes que llegó al poder en la Transición y “se mantuvo en el mismo durante más tiempo del que suele corresponder a un grupo de edad y que, precisamente por esa longevidad en posiciones de influencia, ha tratado de tutelar la renovación generacional, seleccionando a aquellos jóvenes que fueran más fácilmente domesticables y renunciasen a cuestionar el legado de la Transición”. Y Podemos representa todo lo contrario.
Otros caemos a veces en la estupidez: hace unos días, durante una tertulia, yo comentaba con ligereza que quizá había alguna señal de mejoría en la cuestión migratoria con el aumento de las derivaciones, reconocido oficiosamente desde la Delegación del Gobierno. Luego pasó lo de este fin de semana y Arguineguín se volvió a llenar hasta la bandera. Y escuché a Txema Santana criticar la falta de recursos alojativos permanentes, frente a los parches que suponen los hoteles que se están utilizando para alojar migrantes. O a la gente de Salvamento Marítimo quejarse de las jornadas imposibles y peligrosas que estaban haciendo.

Yo prefiero el disenso, aunque sea con incongruencias, a que haya pocas voces que lo digan todo.

 

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