el charco hondo

Siete

Once no supo que era Once hasta que se estableció un máximo de diez personas para las reuniones y los grupos de WhatsApp con amigos, familiares o compañeros de oficina enmudecieron. Nadie escribía nada. Ninguno proponía o reenviaba algo. Quietud. Silencio. Escalofrío. Meses atrás el estado de alarma fijó el tope en diez, y él, Once, no pasó el corte. Once cayó de listados, directorios, convocatorias y planes. Uno, Dos, Tres, Cuatro, Cinco, Seis, Siete, Ocho, Nueve y Diez decidieron dejarlo fuera, abrieron otro chat para seguir quedando, pero cumpliendo con las restricciones, ya sin Once, qué decir de Doce o Trece. Y claro, ahora que Pedro Sánchez ha recomendado un techo de seis en nochebuena (en particular) y en las comidas navideñas (en general) Siete, Ocho, Nueve y Diez están temiéndose lo peor, porque ellos sí saben cómo el grupo dejó caer a Once, conocen el proceder de Uno, Dos, Tres, Cuatro, Cinco y Seis, se sienten en el corredor de la muerte social. A Siete se le está poniendo cara de Once, un sudor frío le recorre la espalda cuando pasan horas sin que nada pase en el chat. Siete sabe que diciembre está en el aire. Consciente de su situación, el instinto de supervivencia lo tiene orquestando una campaña que desacredite a Seis a ojos de los colegas. El chat de los amigos está emparentado con los test del virus: negativo o positivo, está o no, ser o no, dentro o fuera, cuentan con él o no. Diciembre será diciembre o será lunes, para él. Siete tiene pesadillas. Sueña que los colegas lo dejan fuera del almuerzo de navidad y que, empeorándolo, en casa del cuñado sí cuentan con él para la nochebuena. Siete o Seis, depende. Siete o Seis, en su caso. Siete y Seis, un drama. El Gobierno propone la limitación a seis comensales y él, Siete, o Seis, se sabe sobre la mismísima línea que separa el cielo del infierno. Siete en la empresa o con los colegas. Seis en casa. Un drama. Siete para las cañas. Seis para los mazapanes. Combinación fatal. Siete en el chat de los colegas, pero Seis en el grupo de Whatsapp de la nochebuena familiar. Siete, y Seis. Cara, y cruz. Siete, pero también Seis. Luces, y sombra. Siete para escapadas. Seis para encargarse de los entrantes en casa del cuñado. Con los colegas no pasa el corte, con la familia sí. Once no supo que era Once hasta que con el estado de alarma se fijó el tope en diez. Siete sabe que es Siete. Y, lo que es peor, respecto a la familia se sabe Seis. Este diciembre será, él lo sabe, un lunes interminable.

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