Hoy ponemos broche final a 2020, el año de la pandemia. Y abrimos las ventanas a 2021, el año de la vacuna. Lo hacemos con sentimientos encontrados, de fatiga y satisfacción al poner término a un periodo de sufrimiento, y también de alborozo y cautela ante un antídoto que no oculta la crisis económica subyacente. Tenemos la responsabilidad de reconstruir entre todos todo cuanto se vino abajo estrepitosamente en el año que termina. Empieza la remontada, pero no será fácil, porque no solo ha caído mucha gente en el camino, sino que mucha más ha de levantarse. Y eso exigirá coraje y entereza, pero también el auxilio y el acierto de las instituciones públicas.
Nadie duda de que debemos potenciar el sistema sanitario que reveló graves deficiencias cuando irrumpió el coronavirus y que la economía necesita urgentemente renovarse. La primera prioridad no ha de ser otra que la de ayudar a los paisanos en situación más vulnerable demostrando patriotismo en clave isleña entre gobernantes y ciudadanos. Patriotismo solidario con los más necesitados. Y emergencia patriótica para miles de personas que asoman a la pobreza en una crisis que ha devorado proyectos e ilusiones que eran sueños de vida. Una crisis que cayó como una bomba y que en pocos meses condenó al paro y a la miseria a familias enteras que gozaban de una posición estable. Junto a ellas cabe reforzar las vías de apoyo a quienes ya venían padeciendo la exclusión social en un porcentaje superior a la media del Estado. Canarias era consciente de su Talón de Aquiles, un alto índice de pobreza, ahora agravado.
Proteger a las capas más deprimidas de la sociedad y avanzar hacia la igualdad en el seno de la sociedad tinerfeña y canaria son deberes inexorables en esta hora crucial.
El primer reto de 2021 es recuperarnos, sin que nadie quede atrás. Lo que empieza mañana es una nueva Canarias con la lección aprendida. Sin pleitos insulares ni privilegios ni cuotas. Quien no lo haya entendido remará contra corriente a riesgo de sorpresas ingratas en las tendencias sociales a corto plazo.
La empresa de reconstruir Canarias ha de hacerse también en tiempo récord, como la vacuna. La experiencia contraída en estos meses nos enseña que la supervivencia no es un fin que se agota en sí misma, sino el motor de un nuevo impulso de vida a escala regional. Los fondos económicos de que se dispondrá a tal efecto, y que no serán pocos, han de permitir dar un volantazo a esta tierra y generar economía, riqueza, empleo, empresa y bienestar.
Tenerife, Canarias han de ponerse las pilas y aplicarse desde hoy mismo a la tarea de la remontada. Este es un pueblo escarmentado por la historia. Cuando hubo que matar el hambre, atravesó el océano para echar un cabo a las Islas con ayuda de la diáspora, como si América estuviera a un tiro de piedra y fuera pan comido. De eso fuimos capaces entonces. Cuando España puso proa a Europa, nuestras Islas no descansaron hasta conseguir un traje a la medida y negociar un contrato ventajoso con el continente. A cada desafío, en cada momento, Canarias supo sufrir, remontar los mayores obstáculos y encontrar el camino para labrar el futuro de nuestra gente. Hoy somos un Archipiélago a años luz de las crisis locales y globales de la primera mitad del siglo XX. Tenemos recursos que desconocíamos entonces, como el turismo, las nuevas tecnologías y las energías renovables. En cierto sentido, somos un experimento de la sociedad del futuro. Hemos alcanzado prestigio y una posición envidiable en ámbitos punteros de la ciencia y la tecnología, como la Astrofísica, y damos pasos importantes en la economía digital y la conservación del medioambiente y la biodiversidad. Enumerar estos logros no es mera retórica, constituye nuestro alarde de superación. El viejo complejo de inferioridad quedó sepultado bajo el autogobierno.
El reto que empieza mañana nos coge persuadidos. Sabemos que en el futuro hay que dar grandes saltos consistentes en el nuevo escenario.
El turismo no está muerto. Las vacunas que nos curan del patógeno nos curan también del cero turístico. De aquí saldrá reforzado el sector con un modelo que no solo buscará la calidad, sino también la seguridad. Y hemos de hacerlo en tiempo récord.
Europa ha puesto en marcha una maquinaria de recuperación, con los mayores fondos anticrisis de la historia, el programa Next Generation, del que Canarias recibirá de inmediato un flujo de dinero sin precedentes. Nuestra mayor caída en PIB por la pandemia en comparación con la media estatal lo justifica.
Para Tenerife y para Canarias en su conjunto es una ventaja indudable contar con Presupuestos autonómicos y estatales ya aprobados. Las cuentas públicas dotan de estabilidad ante el horizonte de las grandes decisiones que se han de adoptar.
Más de dos millones doscientos mil habitantes aspiran a rehacer sus vidas en nuestra comunidad. Veníamos de años de excesos, privilegios y escasa planificación. Ya no podemos permitirnos más políticas erráticas y brindis al sol. La imperdonable dejación de los últimos años en capítulos esenciales, como viviendas e infraestructuras. La mediocridad de nuestra clase política en áreas neurálgicas que hacían inviable sacar a esta tierra adelante. Toda una cadena de desidias puso a las Islas en riesgo de colapsar. La actual crisis nos provee, paradójicamente, de recursos insospechados que pueden permitirnos salir a flote a corto plazo. Seremos exigentes con los representantes públicos, a la hora de evaluar su labor en virtud de los medios de que dispondrán y exigir responsabilidades a quienes defrauden las expectativas existentes. Ante el poder seremos vigilantes, críticos y consecuentes con las demandas de la sociedad.
Nuestro éxito dependerá de nosotros. De los nuevos dirigentes y de una nueva generación que se abre paso. En 2021 irrumpe la generación del siglo XXI propiamente dicha. Dejar atrás 2020 es también despedir con retraso el siglo XX. Fin de año, comienzo de ciclo.
Como queda dicho, el problema número uno es la miseria y la desigualdad. La sociedad y sus dirigentes tienen el deber de ayudar a sobrevivir a muchos canarios y canarias, a muchos niños y mayores, a pasar el mal trago de esta crisis, protegiéndoles y garantizándoles un techo bajo el que vivir.
Tenerife, Canarias se van a levantar. De esta guerra saldremos no solo victoriosos, sino más seguros y protegidos ante las amenazas de mañana. Ahora sabemos que debemos protegernos, contar con medios de seguridad y prevención.
El proceso vivido nos hará más fuertes como pueblo, como sociedad, como empresas, como trabajadores, como Gobierno, como país. Tenerife, Canarias desde hoy mismo ya es otra Isla, otro Archipiélago. Hemos llegado a la orilla sin miedo al futuro. La palabra miedo pasará también a la historia. Remontaremos la situación y volveremos a ser un pueblo feliz. Sin olvidar que otros pueblos en orillas no lejanas arriban a la nuestra en demanda de solidaridad. Es de bien nacidos ser agradecidos y consecuentes con nuestra memoria histórica. La inmigración exige de Canarias y de España una actitud de auxilio y cooperación para no contraponer el rechazo a la acogida y ser puente y no trampa para África en Europa.
Numerosas familias de las Islas han sufrido la pérdida de seres queridos, en particular de nuestros mayores. Tenemos que elevar su recuerdo a la memoria colectiva, grabar sus nombres en un lugar bien visible para hacer justicia con las víctimas de la epidemia que quebró sus vidas.
Cabe, por último, hacer una reflexión aparte sobre Tenerife. En la recta final del año 2020 la Isla se ha podido sentir estigmatizada. Los medios dispuestos para combatir la espiral de contagios resultaron infructuosos. La relajación inicial y los incumplimientos se han pagado caro, cuando se pensaba que todo iba bien en Canarias en comparación con la Península. Quizá se reaccionó tarde a la hora de redoblar las restricciones, habida cuenta una demografía extensiva que favorece la diseminación del virus en los distintos municipios. Los modelos de contención del resto del Archipiélago no funcionaron en Tenerife con el mismo reloj ni los mismos plazos. Faltó, acaso, ajustar y corregir a tiempo los protocolos de Atención Primaria y rastreo en el territorio más poblado de Canarias antes de que se desbordara la incidencia acumulada de toda la comunidad.
En la hora en que se inicia la vacunación masiva, cabe confiar en que los tropiezos en Tenerife permitan allanar el camino en las demás islas para evitar repuntes indeseables tras este rosario de fiestas. La aparición de cepas más contagiosas en Europa nos exige agudizar la atención preventiva, ante los casos de Alemania, Reino Unido y Holanda, entre otros. Buena parte de la sociedad tinerfeña se ha volcado en intentar mejorar los registros. Ha de acertarse en la dosis del palo y zanahoria, pues el conjunto de los canarios, sin excepción, ha de percibir el afecto y comprensión por su esfuerzo.
Ciudadanos y familias se han esmerado hasta donde han podido. Empresarios de la hostelería, la restauración y el comercio han soportado el grueso de las restricciones. Y han dado ejemplo, a falta de una mayor afectividad institucional. En Tenerife, en toda Canarias, se ha sufrido mucho a lo largo de 2020. Por suerte, en esta tierra, no se ha registrado la crispación política española. Y eso habla en favor de la tierra que peor lo pasó. Ahora toca levantar la cabeza y salir todos juntos del túnel a la luz de las primeras vacunas. Feliz Año Nuevo.
El año de las grandes lecciones para el futuro
La isla de tenerife se ha podido sentir estigmatizada en la recta final de 2020. quizá se reaccionó tarde. en la hora de la vacunación, toca un tiempo de afectividad con ciudadanos y pequeños empresarios que han sufrido las restricciones con firmeza
