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Una imposible resurrección

Salvando enormes distancias de tiempo, circunstancias y profundidad de pensamiento, los intelectuales fundadores de Ciudadanos, hoy fuera del partido, participaban de la ensoñación orteguiana de una intelectualidad que contribuyera decisivamente a regenerar, reconstruir y moderar al país y a la sociedad española; un ideal regeneracionista que provenía de finales del siglo XIX, en particular del 98. La experiencia ha tenido un triste final, en manos de un líder frívolo, interesado solo en convertirse en personaje de la prensa del corazón, y responsable en parte de la situación actual por no haber pactado con Pedro Sánchez cuando el tren de la Vicepresidencia pasó por su estación. Esa ficción de partido se ha convertido en un peligroso cohete de feria encendido, que zigzaguea en todas direcciones a la búsqueda de cargos y nóminas, y que puede explotar en cualquier momento arrastrando a algún que otro Gobierno de coalición.

En el país dividido y polarizado hasta la exasperación por la política guerracivilista de Sánchez e Iglesias, Inés Arrimadas, la sucesora, armada con diez escasos escaños, intenta nada menos que proseguir el sueño centrista y equidistante, e intentó pactar con el presidente del Gobierno el apoyo a sus Presupuestos, sin importarle que el presidente ya los haya pactado con Bildu y con Esquerra Republicana a cambio de innumerables renuncios e imposiciones.

Una muestra de clarividencia política que ya ha producido la dimisión de una parte de la dirección del partido en Las Palmas, la zona canaria en donde tienen la mayor implantación. Por lo que se ve, esto de las dimisiones, las peleas internas y las salidas del partido se ha convertido en su seña de identidad. Y desde semejante ejecutoria, por ejemplo, se atreven, nada menos, que a atacar y perseguir a una concejal de Santa Cruz que no les gusta a algunos del partido en Tenerife.

En plena polémica por las decisiones sobre Indalecio Prieto y Largo Caballero, la vicealcaldesa de Madrid y portavoz de Ciudadanos, Begoña Villacís, ha anunciado que su grupo municipal rechazará desde ahora todas las mociones sobre Memoria histórica “de los dos bandos”. En este punto, ha explicado que no apoyarán mociones sobre temas históricos. “Que no cuenten con nosotros, ni unos ni otros, para dedicar tiempo a la política de exaltación de bandos. Ni un minuto más a enfrentar fantasmas del pasado en vez de pensar en el presente. Si presentan alguna moción no la apoyaremos”, ha insistido.

En todo caso, Ciudadanos sí apoyó en septiembre pasado la retirada de las calles y las placas a Indalecio Prieto y Largo Caballero. A este respecto, la concejal naranja portavoz de asuntos relacionados con la Memoria histórica, Sofía Miranda, afirmó que “la ley es igual para todos” y que por ello se tiene que aplicar a todos. Ahora bien, precisó, la decisión sobre los dos políticos socialistas se mantiene, pero, a partir de ahora, optarán por no dedicar tiempo a debatir sobre Memoria histórica.

La Transición se fundamentó en esas bases. La Ley de Memoria Histórica debe aplicarse a todos, y no solo a supuestos franquistas, como quieren Zapatero, Sánchez e Iglesias. El problema es que la imposible resurrección de Ciudadanos hace también imposible que contribuya significativamente a defender esas ideas.

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