No sabemos si los guionistas de La isla de las tentaciones se inspiran en la política y los políticos españoles o son nuestros representantes y gobernantes los que copian a ese reality e intentan superar sus niveles de manipulación de las emociones y de suspense. Pero lo cierto es que no conviene tomar muy en serio lo que sucede en ambos escenarios. El grave problema es que lo que ocurre en la isla se queda en sus guiones y siempre podemos cambiar de canal y modificar su audiencia, mientras la política nos afecta directamente en nuestra vida y nuestros bolsillos, y no nos es posible escapar de ella.
Hace varias semanas escribíamos que Ciudadanos es una ficción de partido que se ha convertido en un peligroso cohete de feria encendido, que zigzaguea en todas direcciones a la búsqueda de cargos y nóminas, y que puede explotar en cualquier momento arrastrando a algún que otro Gobierno de coalición. Y añadíamos que, por lo que se ve, esto de las dimisiones, las peleas internas y las salidas del partido se ha convertido en su seña de identidad.
Parecía imposible, pero han superado incluso a Rosa Díez en el arte de destruir una fuerza política prometedora en unos pocos años y unas pocas elecciones. Pues bien, lo que está sucediendo en Murcia y Madrid corrobora nuestra opinión. El enésimo error de la inexperta -y cada vez más sectaria y más enrocada en su guardia pretoriana- Inés Arrimadas ha sido dar un volantazo a la izquierda buscando un inexistente espacio propio, un giro que ha convertido a Ciudadanos en un instrumento rehén de los socialistas y de Podemos.
Y Pedro Sánchez se ha apresurado a aprovechar la coyuntura montando una moción de censura en Murcia con los de Inés Arrimadas para arrebatar la región a los populares y, de paso, ganar el Ayuntamiento. Una moción de censura que Ciudadanos presenta en contra de un Gobierno en el que participa, es decir, una moción de censura en contra de sí mismos, que nos recuerda la que Manuel Hermoso, siendo vicepresidente del Gobierno canario, le presentó a Jerónimo Saavedra, su presidente.
En definitiva, un uso espurio -y condenable- de un instrumento fundamental de la democracia parlamentaria que es obligado utilizar con toda la prudencia y la mesura del mundo, y con el mayor de los respetos a la voluntad de los votantes.
El aparato mediático de adoctrinamiento y propaganda social comunista, desde la Sexta hasta la 1 de TVE, se ha apresurado a contraatacar y calificar de tránsfugas a los tres diputados murcianos de Ciudadanos que no votarán la moción de censura. Sin embargo, los auténticos tránsfugas son los tres que sí la votarán, que, como decimos, votarán en contra de un Gobierno al que han apoyado hasta ahora. Y todavía queda la incógnita del voto de los tres diputados murcianos expulsados de Vox.
La Parranda es una zarzuela de Francisco Alonso que incluye un Canto a Murcia, cuya primera estrofa, según la letra del libretista Luis Fernández Ardavín, dice: “En la huerta del Segura cuando ríe una huertana resplandece de hermosura toda la vega murciana”. Pero la realidad supera a la ficción: hoy en día no solo ríe una huertana en la huerta del Segura, aunque entre los que ríen no hay ningún socialista.