tribuna

La soledad involuntaria

En un momento tan decisivo de la vida de nuestro planeta donde los pilares básicos y sociales se tambalean, a la vez producto de una pandemia silenciosa e invisible, se pone de manifiesto muchas debilidades y fortalezas de este mundo que nos ha tocado vivir. Son muchas las fortalezas, pero también, como hemos dicho, las debilidades, que es lo grave que en momentos de crisis global salen a flote y de forma contundente. Nos referimos a un tema que llevamos mucho tiempo reflexionando y estudiando, y que nuestros compromisos políticos democráticos nos piden que tomemos medias para subsanarlos. Nos referimos a algo crónico y que afecta en nuestro país a más de 3,5 millones de personas que es la soledad involuntaria.
La soledad es definida por la RAE como “la carencia voluntaria o involuntaria de compañía”. Vicente Madoz define la soledad como el convencimiento apesadumbrado de estar excluido, de no tener abceso a ese mundo interaccional, siendo una condición de malestar emocional que surge cuando alguien se siente incomprendido y rechazado por otros y que carecía de compañía para actividades deseadas tanto físicas como intelectuales para lograr intimidad emocional.
España vive una situación de envejecimiento progresivo, pues los españoles tenemos la mayor esperanza de vida al nacer en la UE y la segunda del mundo, solo por detrás de Japón.
Los ciudadanos de edad avanzada ya son más de 8,5 millones en nuestro país y un niño que nazca hoy en cualquier lugar de España tiene más del 90% de posibilidades de cumplir 100 años. Las personas mayores de 65 años van a representar más de la tercera parte de los residentes españoles según el INE. Esta patología social es obligatorio detectarla bien y tomar medidas urgentes para paliarla y solucionarla.
No es posible ni tolerable que en el siglo XXI con las tecnologías actuales, conectividad y medios existentes, permitamos que esta patología social llamada soledad siga perdurando y subiendo. Esto es fuente de muchas otras injusticias y repercusiones sobre la salud en general y psicológica en particular que en momentos de pandemia se acentúan de forma evidente. No es una patología social solo de ciudad, sino que afecta en nuestro país de forma generalizada. Es verdad que en el mundo rural es menor, pero también existe y es muy grave.
El registro voluntario de la soledad no deseada es una necesidad objetiva a realizar en colaboración muy estrecha con los ayuntamientos, las comunidades autónomas, la Administración Central y el tercer sector, conjuntamente con las cámaras Legislativas donde se deben tomar medidas ya.
Hay que tener en cuenta el trabajo desarrollado por el Consejo Territorial de Servicios Sociales y en el marco de trabajo que establecen iniciativas vigentes como la Estrategia Nacional de Personas Mayores para su envejecimiento Activo y para su buen trato 2018-2021. Nuestro grupo parlamentario considera necesaria una Estrategia Nacional contra la Soledad Crónica que impulse la sensibilización en la sociedad sobre la soledad no deseada, su conocimiento y la comprensión de sus consecuencias. Una estrategia que establezca medidas con las que desarrollar la prevención de la soledad, la detección y su abordaje temprano y las actividades de voluntariado para motivar a las personas mayores tanto a nivel individual como colectivo para su participación voluntaria. Asimismo, deberá fomentar la investigación y la innovación social en su abordaje, posibilitando un tratamiento integral, personalizado, humanizado, profesionalizado y multidisciplinar, además de incluir las buenas prácticas y experiencias existentes, atesoradas por las distintas administraciones a lo largo y ancho de nuestra geografía nacional.
La OMS utiliza un término de envejecimiento activo como el proceso por el cual se optimizan las oportunidades de bienestar físico, social y mental durante toda la vida, con el objetivo de ampliar la esperanza de vida saludable y la calidad de la vejez. En definitiva, potenciar la propia capacidad para controlar, afrontar y tomar decisiones sobre la vida diaria. Por eso, estas medidas deben dirigirse a mejorar y potenciar la participación social de las personas mayores.
Nosotros desde la Cámara Alta presentamos varias iniciativas sobre la creación de un registro voluntario de la soledad crónica y las medidas a tomar al respecto donde la prevención es un punto a destacar. Esta patología social debe y tiene que ser solucionada con compromisos serios y con los tiempos adecuados.
En definitiva, ya.

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