tribuna

Indultos atemperados

Después de arengar a las masas contra los tribunales y hacer declaraciones altisonantes oponiéndose a las intromisiones de estos en la acción de gobierno, el asunto de los indultos se reduce a que van a ser rápidos, limitados y reversibles. Lo importante es que el Ministerio de Justicia del señor Campo, la vicepresidencia de la señora Calvo y la Secretaría de Presidencia de Félix Bolaños estudiarán el documento para que sea inatacable por cualquier recurso que pueda presentarse, surgido de los infiernos de la oposición. Lo de rápidos quiere decir que pueden estar preparados como máximo para dentro de dos meses, lo de limitados obedece a la parcialidad a que obliga el informe del Supremo, y lo de reversible es una forma de cubrir algo tan sensible como la falta de arrepentimiento, más aún, la promesa de repetirlo contenida en el ho tornarem a fer. Yo pensé que esa reversibilidad obedecía a una de esas chaquetas a las que se les puede dar la vuelta para salir de casa vestido de flamenco y volver con un traje de lagarterana, pero no, se trata de una condición más parecida a la copla “si te portas bien te voy a comprar dos varas de tela para un delantal”. Quiere esto decir que te indulto, pero si reincides te “desindulto”. Esto no deja de ser un exceso jurídico, pues hace sospechar que el perdón podría servir para toda la vida y que la repetición de la jugada quedaría impune, en alguna forma. Es decir, que el indulto podría llegar a conceder al beneficiario, en un aspecto figurado, una patente de corso para volver a cometer el delito, en el sentido de que, si te portas mal y vuelves a lo mismo de antes, ya no estás indultado y seguirás cumpliendo la misma pena a la que fuiste condenado. Esto no es así, porque, si vuelves a incurrir en la falta, serás juzgado de nuevo, hayas sido perdonado previamente o no, añadiendo en ese caso los agravantes de la reincidencia. Se intenta decir que las declaraciones de los políticos catalanes en lo de volverlo a hacer solo son mensajes imprescindibles para sus electores, que no van más allá del intento de incentivarlos en su compromiso político. Es como si se permitiera la presencia de un ideario criminal para poder mantener viva la llama del nacionalismo, como si en nombre de la libertad de expresión política se estuviera tolerando la existencia de acciones delictivas incluidas en los objetivos de canalizar las apetencias de ciertos sectores de la sociedad. Estas cosas obligan a pensar que es una operación destinada a ganar tiempo para unas urgencias que tienen un contenido diferente al de la concordia y la recuperación de la convivencia. De cualquier forma, es de agradecer que se haya pasado de la descalificación de la sentencia, considerada como un acto revanchista y de venganza, a un cogérsela con papel de fumar para no quedar a los pies de los caballos si los tribunales tumban el acuerdo que se adopte. La pregunta es: ¿Para qué tanta algarada previa? ¿para qué tanta excitación sin sentido? ¿qué se pretende siguiendo el camino del exabrupto con el que siempre se adornan estas actuaciones drásticas? Nunca entenderé qué beneficio puede tener este juego permanente de la yenka, este delante, detrás, un dos tres, que nos conduce a una desconfianza cada vez más melancólica. Lo del indulto parcial viene obligado por los condicionantes inapelables que se exponen en el informe del Tribunal Supremo, lo de la reversibilidad es una soberana estupidez porque ya está la ley para ser aplicada, con todas sus consecuencias, en el caso de reincidencia. Además, considero que este híbrido no será asumido por los beneficiarios del perdón, porque no lo podrán transmitir a sus seguidores más que como una claudicación a la vigilancia de la niñera. Recuerden: “Si te portas bien, te llevo a Candelaria”.

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