*Por Manuel Domínguez.
Deben de ser los efectos del calor, pero en las últimas semanas estamos escuchando cosas sorprendentes. Dos líderes de partidos que están en el Pacto de las Flores que gobierna Canarias han expresado públicamente su incomodidad. El primero, Casimiro Curbelo, de la ASG, diciendo que hay que hacer más cosas y hablar menos. Y la segunda, Noemí Santana, de Unidas Podemos, amenazando con que o le dan más personal para su Consejería de Asuntos Sociales o se planteará la ruptura del pacto.
¿Qué es lo que está pasando aquí? No se alarmen, porque no pasa nada. Nadie va a dejar los sillones. Todo forma parte del juego del poder que tienen algunos partidos entre sí.
El presidente del Gobierno, Ángel Víctor Torres, empieza a estar crispado. Y eso le hace perder los papeles. Estos días pasados ha dicho en la televisión pública, aludiendo a lo de estar en la Presidencia del Gobierno de Canarias, que “no es fácil tener escolta permanente, cambiar hábitos y perder parte de la libertad”. No, señor presidente. Lo que no es fácil es llegar a fin de mes con una pensión no contributiva que no llega a quinientos euros y con la que, encima, hay que ayudar a alguien de la familia. Lo que no es fácil es encontrar trabajo en un mercado laboral destrozado por la crisis. Lo que no es fácil es poner en marcha un proyecto empresarial con una Administración que está especializada en poner palos en las ruedas de los emprendedores y en decir que “no” a todo y a todos.
A nadie lo obligan a venir a la política. Es algo voluntario. Y a estas alturas suena muy mal, francamente mal, que las molestias que conlleva un cargo público se presenten como una especie de sacrificio.
Los políticos somos ciudadanos que hemos asumido temporalmente el compromiso de gestionar el futuro de nuestro país. Personas que compartimos una ideología y una visión de cuáles son las respuestas que necesita la gente. Y en este momento, muchos de los que estamos en el Partido Popular creemos que España y Canarias están en las peores manos en el peor momento.
La deuda pública de nuestro país se ha disparado hasta niveles históricos. Pedro Sánchez ha endeudado España más allá de todo lo razonable. Y lo seguirá haciendo pese a los fondos de ayuda europeos de los que, no olvidemos, 70.000 millones son créditos. Cuando la palanca de la pobreza lo haga saltar de la Moncloa, lo que le va a dejar a sus sucesores es una empresa en bancarrota, un país arruinado y endeudado.
En el caso de Canarias ya estamos viendo lo que ocurre. La pobreza nos sale por el techo y cada día son más las familias que padecen la angustia y la desesperación de no tener fuentes de ingresos. Los autónomos y las pymes cierran todos los días y más y más personas pierden sus trabajos. Los miembros del Gobierno no hacen más que hablar de millones y más millones, pero el dinero no llega a los bolsillos de la gente que lo necesita.
Nos prometieron un plan de vacunación que no se ha cumplido y ahora intentan criminalizar a la gente joven por salir a la calle y aumentar los contagios, después de que el propio presidente del Gobierno los animara decretando el fin del estado de alarma y diciendo adiós a las mascarillas al aire libre.
Si tener la responsabilidad de gobierno es un sacrificio tan grande, que les hace sufrir tanto y que les está llevando a enfrentarse entre sí, lo que tendrían que hacer los miembros del Pacto de las Flores es romper la maceta. Esa maceta del Gobierno en la que hasta ahora han vivido tan felices, con tanta agua y con tanto verdor. Que salgan a la calle para que vean el desierto en el que están todos los ciudadanos de esta Canarias arruinada y angustiada.