El padre de Juan nació hace ochenta y nueve años en Puerto de Santa María, de ahí que acuarelas, memoria, carteles, emociones, caricaturas, hijos, pergaminos, alumnos y alegrías hayan nacido gaditanos y crecido laguneros, porque el padre de mi hermano Juan vio la luz allá pero empadronó su maestría en La Laguna, en los setenta, cuando todavía llovía de verdad, cubriendo las calles de charcos que permanecían de octubre a marzo o abril, calles que ahora también llevan el nombre del padre de Juan, un hombre bueno, extremadamente educado, afable, un luchador que aprendió muy pronto el arte de hacer arte. Profesor de Dibujo por la Escuela Superior de Bellas Artes de Sevilla, la trayectoria de Juan Galarza tiene su asiento entre los acuarelistas de México, Canarias o Cataluña, en el Instituto de Estudios Colombinos y entre los vanguardistas hispanos de la caricatura. Con más de un centenar de muestras individuales y colectivas en las Islas, Península, Filipinas, Japón o Puerto Rico, desde que imaginación, excelencia y constancia fueron moldeando su obra, Juan Galarza, el padre de Juan, se empeñó -por forma de ser, y carisma- en impulsar el trabajo artístico en grupo, sembrando amistades, enseñando. En realidad, el padre de Juan fue después, cuando en la década de los noventa un golpe de suerte cruzó en mi camino a mi hermano Juan, el hijo del pintor, de Juan Galarza. Eso, digo, fue más tarde, porque cuando conocí a mi amigo, además de referente para los periodistas de nuestra generación, Juan era el hijo de Juan Galarza, del maestro de la acuarela, el caricaturista, el artista, Galarza el pintor que con el transcurso de los años, cuando mi amigo me abrió las puertas de su familia, de padres y hermanos -de José Miguel, entre otros-, el maestro pasó a ser el padre de Juan, del Juan Galarza (periodista, y documentalista) que conocí hace treinta años. Estos días el antiguo convento de Santo Domingo acoge una exposición antológica de Juan Galarza, del autor que ha inspirado a tantos autores. Hasta finales de octubre podrán disfrutarse más de cincuenta obras que acercan -y explican- cómo trabaja, crece y siente el padre acuarelista del hijo de Juan Galarza. La obra seleccionada para esta exposición recorre diferentes épocas y estilos, junto a óleos y carteles, resumiendo -solo en parte- la vida y obra de Juan Galarza, el maestro que años después a mis ojos pasó a ser el padre de Juan, de mi hermano Juan.