Desde hace más de tres meses, los vecinos de la zona de Los Lavaderos, en el centro de Santa Cruz, están teniendo problemas para conciliar el sueño y descansar. Los motivos son varios, pero el que más les molesta es que, según denuncian, en las casas y chabolas que están en los laterales del barranco, entre las personas que ocupan estas infraviviendas, hay alguien que tiene gallinas y gallos que cantan temprano, desde las cinco menos cuarto de la mañana, en la mayoría de las ocasiones. “Cantan cuando aún no ha salido ni siquiera el sol, cuando todavía es de noche”. Esta situación les ha llevado, según cuentan a DIARIO DE AVISOS, a tener que “tomar pastillas para dormir” y a “usar tapones para los oídos”. De lo contrario, aseguran, “es imposible conciliar el sueño”.
Los afectados han comunicado esta situación al Ayuntamiento de la capital, que el viernes pasado se comprometió a enviar una empresa que se encarga de desalojar de los inmuebles a animales de este tipo y que también suele tratar el deterioro que ocasionan las palomas en fachadas de ciertos edificios. Sin embargo, a día de hoy, casi una semana después, los gallos, que en teoría son dos, según las imágenes que han sacado los propios vecinos con sus móviles, siguen cantando y perturbando su descanso.
“Yo estoy despierta desde antes de las cinco de la mañana, cuando en realidad debo hacerlo a las seis y media para ir a trabajar. Los fines de semana, también, y resulta que esos días yo no tengo por qué madrugar. No hay derecho y van ya tres meses. Esto desgasta. No tenemos ni idea de quiénes son estos animales, porque por más que miramos, no ubicamos dónde están ni a quién pertenecen, pero que hay gallinas y gallos es una realidad”, narra una de las propietarias de uno de los pisos cercanos, que no consigue descansar.
“Estamos desesperados. No se puede tener una granja en plena ciudad, porque va en contra de la normativa, no es legal. Y no sabemos en qué condiciones de salud e higiene se encuentran estos animales”, comentan.
Además, señalan que estas aves se encuentran en una zona que está llena de basura. “La gente tira toda clase de objetos al barranco. Si te fijas puedes ver que hay incluso muebles. De verdad que la imagen que da esta zona es desoladora e imaginamos que desde el hospital y el hotel que están aquí cerca se ve perfectamente. Es un desprestigio para la ciudad y para los que se asoman y ven esta estampa”.
Desde el Ayuntamiento confirman a DIARIO DE AVISOS que los responsables de estos animales son varias personas que ocupan las viviendas, que dos inspectores y la empresa que mencionan los vecinos han acudido en varias ocasiones, pero que coger a los gallos “no es una misión sencilla”. Alegan que se esconden y que es complicado perseguirlos por la orografía del terreno. Eso sí, se comprometen a seguir acudiendo cada semana hasta poder capturarlos.
Los vecinos insisten en que no solo se trata de dar con los dos animales que cantan y que les despiertan, sino de retirar también a las gallinas, “que son animales de granja, que también molestan y que no pueden estar ahí”.
OTROS PROBLEMAS AÑADIDOS
A este problema se suma otro, como es la presencia de varios grupos de jóvenes que patinan con los monopatines, además de beber y comer en la zona, todos los días, hasta altas horas de la noche, en la plaza que se encuentra por fuera del Colegio Oficial de Arquitectos de Tenerife. Una plaza que confirman que es de dominio público, que hace tiempo el propio Colegio cedió al Consistorio. “Botellas, plásticos, papeles y demás basura permanece días, e incluso semanas, en dicha zona sin que nadie la recoja”, relata uno de los afectados, que asegura que desde hace 15 días hay una tapa de un inodoro en la plaza y que nadie, ni los servicios de limpieza municipales, la retiran. “Muchas veces tardan en llegar, y cuando lo hacen, ya es tarde, porque los jóvenes se han ido”, indica.
Por último, cuentan a DIARIO DE AVISOS que hay un vecino, que a raíz de la pandemia de la COVID-19, saca a pasear a su perro a esta plaza, entre cinco y seis veces al día. Incluso a las seis de la mañana. “Lo suelta, le grita y le lanza la pelota. Nos despierta, obviamente, y cuando te asomas y con educación le pides que, por favor, baje la voz, te dice que es hora de levantarse”, comentan indignados los afectados.