por quÉ no me callo

La lava que emigra a América

El volcán está dictando su propia pedagogía no solo a los palmeros, sino al conjunto de testigos con que cuenta dentro y fuera de las Islas. La llegada de la bruma de dióxido de azufre con calima a Puerto Rico es la cara exterior de un fenómeno que se niega a aislarse entre los límites de su escenario natural. Es como si La Palma siguiera la estela de la emigración histórica de sus vecinos y tirara para América por instinto, como en una ruta que le resulta familiar.

Estos días de erupción (comienza la tercera semana, pronto hará un mes) nos han desempolvado esa parte de la memoria local. La lava segrega esta rememoración cuando invade las plataneras de Los Llanos de Aridane, que son fruto de las remesas de los emigrantes en Venezuela en los años 50. Ahora llegan a la Isla donativos de muchos sitios del mundo y la catástrofe de Cumbre Vieja ha estado en boca de mandatarios extranjeros. De pronto, el suceso no solo ha pasado de boca en boca de un país a otro, sino que ha movido la sensibilidad de propios y extraños y a La Palma acuden en auxilio muchas pruebas de solidaridad económica que la Isla agradece mientras padece un síndrome, no por conocido en esta tierra, menos doloroso. La crisis volcánica trae consigo la crisis económica, como la crisis sanitaria desemboca en sectores en ruina.

La nube de gases y cenizas de Cumbre Vieja se expande hasta el Caribe con la lógica de los vientos y la ola de la historia. En América temen a este volcán porque las noticias alarmantes de un megatsunami que amenace las costas del continentes eran propaladas desde hace 20 años, aun cuando se trate de una teoría para otro milenio. De ahí que en el Caribe puedan decir ahora también que huele a huevos podridos, como denominaron los vecinos de Los Llanos de Aridane y las autoridades el olor fétido que expelen las bocas del volcán.

Haremos el máster que anhelaban los volcanólogos. Todas las Islas nos vemos en el espejo de La Palma y hasta en América muchos palmeros tendrán ahora motivos para mirar al aire, como quien señala en un mapa, y decir con nostalgia que esa nube procede de su tierra originaria, como si, en efecto, el mundo fuera un pañuelo.

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