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¿Economía o ciencia ficción?

La economía siempre nada entre dos aguas, las aguas de la ciencia y las aguas de la ideología, la política y el partidismo. Por eso es muy peligroso que la política económica se encuentre en manos de sectarios voluntariamente ayunos del menor conocimiento técnico, como ocurre ahora, en que sufrimos un Gobierno compuesto por ese tipo de gente, que, además, están divididos entre sí. Estos días se ha hecho público por el INE un muy preocupante aumento generalizado de los precios, que han elevado la inflación de nuestra economía a niveles de los años noventa del siglo pasado. En concreto, alcanza ya el 5,6%, la tasa de inflación más alta registrada en España desde septiembre de 1992, el año de la Expo de Sevilla y los Juegos Olímpicos de Barcelona. Además, la tasa de desempleo sigue doblando la tasa europea, a pesar del aumento de los contratos temporales, que la propaganda gubernamental destaca, lo que produce una situación más que alarmante: inflación y paro son dos de los tres componentes de lo que en 1965 el entonces ministro de Finanzas británico, Ian McLeod, denominó stagflation, término compuesto a partir de stagnation, estancamiento, e inflation, inflación, y que indica una coyuntura en la que, en una situación inflacionaria, se produce un estancamiento de la economía y la inflación no cede. Es una coyuntura que lleva a la recesión y que es muy difícil de resolver, porque las políticas que combaten uno de los síntomas agravan los otros.

Es decir, en España nos protege por ahora el crecimiento del PIB, que es real, aunque inferior al pretendido por el Gobierno y a la tasa de inflación, pero no dejamos de estar en peligro. La pandemia se ha llevado por delante a una multitud de autónomos y empresas familiares, y debilitado nuestros tejido productivo y empresarial; el precio de la electricidad es un grave problema sin resolver; y la política irresponsable del Gobierno ha hecho crecer la deuda pública española hasta cifras temerarias. Nuestra deuda es ya superior a una vez y media nuestro PIB, y se mantiene gracias a las compras masivas de deuda del Banco Central Europeo y a unos tipos de interés que tienden a cero. Un aumento de los tipos, por ejemplo, llevaría a unos intereses que reducirían los Presupuestos que se acaban de aprobar por tantos partidos y partiditos a mera ciencia ficción de baja calidad literaria.

Ante esta situación, lo que piden los sindicatos, y el Gobierno no niega, es un aumento de salarios, una medida que elevaría la espiral inflacionaria y que complicaría aún más las cosas. Y no podemos olvidar que el escenario de la pandemia se agrava de nuevo. Al final del Gobierno de Rodríguez Zapatero, Europa le exigió que se tomara en serio la economía, quedaba ya poca Legislatura, y Mariano Rajoy no tardó mucho en llegar y en poner remedio a tanta irresponsabilidad insensata. Ahora el problema es que quedan dos años para las próximas elecciones; Pablo Casado se empeña en hacer tonterías y poner en grave peligro sus resultados electorales; y los actuales dirigentes europeos no parecen estar a la altura de sus responsabilidades, ni en los asuntos económicos ni en otros asuntos como la inmigración ilegal.

¿Economía o ciencia ficción? ¿Ser o no ser? Y lo peor es que ahora el dilema no es un mero recurso literario, es bastante más que un drama.

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