el charco hondo

El cinco

En el parchís, como en política, lo habitual es que los jugadores inicien la partida con las fichas en sus respectivas casas

En el parchís, como en política, lo habitual es que los jugadores inicien la partida con las fichas en sus respectivas casas. Antes de comenzar el juego, cada jugador lanzará el dado, otorgándosele la ventaja de mover en primer lugar al que obtenga un número más alto de escaños, consejeros insulares o actas de concejal. Cada presidente, secretario general o de organización tirará un dado, del uno al seis. Con el seis puede volver a tirar. Si cae en una casilla donde hay otra ficha, se la come; y cuenta veinte. Y así. Claro que éstas u otras incidencias requieren que previamente, para empezar, te salga un cinco. El jugador al que el dado no le da el cinco se tiene que conformar con ver cómo los demás mueven, comen, avanzan y ganan. Lo sabe cualquiera que haya jugado al parchís -quién no- y también el inminente presidente y candidato del PP a la presidencia del Gobierno de Canarias, Manuel Domínguez, porque ha dicho (públicamente) que no le gusta perder ni al parchís. Domínguez es consciente de que, entre otras tareas, debe romper el maleficio que el PP tiene con el cinco, sacudirse esa maldición que arrastran los populares de las Islas, romper con la condena de que no les salga el cinco cuando sobre el tablero los demás participantes juegan la partida de las negociaciones de los pactos regional, insulares o municipales. Con horas de vuelo en el ámbito local -pueblos pequeños, infiernos grandes-, quien a partir de enero se pondrá al frente del PP canario necesita sacudirse el conjuro del cinco, porque de otra forma cuando salga de casa (de la casilla) el resto de participantes en las mesas de los pactos habrán contado veinte unas cuantas veces. El PP necesita el cinco, pero históricamente el cinco se lo ha prestado Coalición, de ahí el sambenito de que el PP de las Islas parezca condenado al papel de copiloto de los nacionalistas. Domínguez necesita empezar la partida abierto a otras posibilidades -o aparentarlo-. Caso contrario, si siguen esclavizados por el cinco, los trenes seguirán pasándoles de largo. Coalición y el PP necesitan parecerse para pescar en el caladero del otro, corriendo muchas veces el riesgo de acabar mimetizándose, y confundiendo a propios o colindantes (parecerse, pero sin pasarse). No lo tendrá fácil Domínguez. La economía será la que provoque que el PP canario -a rebufo del PP global- cotice o no al alza. Eso no depende de él. A él sí le tocará moverse con habilidad para que el cinco -que Coalición suele manejar a su antojo- no los retenga en casa, sin poder jugar, lejos de posibles pactos con otros, resignados a ser la rueda de repuesto.

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