conversaciones en los limoneros

Facundo Fierro: “El pintor es el cronista de la época en que vive”

Artista palmero, inaugura su exposición 'Piel de la Isla" el 3 de febrero

Lo primero que diré es que con Facundo Fierro (Las Palmas, 1938), en un almuerzo celebrado más de 25 años después de nuestro último encuentro, empecé a hablar como si me hubiera despedido de él hace unos días. Es decir, que aquella frase atribuida a fray Luis de León: “Decíamos ayer, dicebamus hesterna die”, que se ha demostrado que es falsa, sí tendría aquí encaje. Estamos ante tres steaks tartar en Los Limoneros, que dicen que es donde mejor los cocinan en Canarias. Digo tres porque nos acompaña Rosi, musa, modelo y esposa del grandísimo pintor, escultor y urbanista, del que sólo esbozar un currículo me dejaría sin entrevista. Así que no lo intentaré. Facundo inaugura el 3 de febrero –hasta el 3 de abril–, en el Museo tinerfeño de la Naturaleza (Hospital viejo), Piel de la Isla. Una muestra que nos dejará a todos helados. 27 obras que erizan también la piel del isleño. Facundo no sólo es arquitecto técnico y estuvo a punto de doctorarse, sino que se lo impidió un contrato tentador de los famosos Estudios Moro, que por aquel entonces eran la leche en publicidad en cines, reportajes televisivos y cinematográficos, películas, cortos y en otros cometidos. “Me pusieron hasta un piso en Madrid”, me dice. También ha escrito cuentos y poemas. Incluso una novela culta y original. Ha expuesto en un montón de países del mundo. Niza le concedió la Medalla de Oro de la ciudad y hay un precioso mural suyo levantado en lugar principal de esta urbe francesa. Y vivió en Versalles, muy cerca del palacio. Pero, oh sorpresa, no figura en la Biblioteca de Artistas Canarios por la puta envidia de las capillitas de grandes artistas, artistillos, artistas amigos de los políticos y mediocridades diversas. Una auténtica injusticia, flagrante y estúpida, que ignoro si se va a reparar o no.

-¿Y a ti esto te molesta, Facundo?

“A mí eso me da absolutamente igual”.

-¿El volcán de Cumbre Vieja?

“Abrió la piel del isleño y la piel de La Palma. Fue impresionante, pero no la rompió”.

-¿Lo incluyes en Piel de la Isla?

“Como elemento fundamental”.

-Y yo que pensé que eras palmero.

“Claro, porque mi padre sí lo era. Yo nací en Triana, en el centro de la ciudad de Las Palmas. Y la familia se vino a Tenerife cuando tenía un año. Así que yo soy chicharrero de la calle Triana”.

-¿El urbanismo te puede?

“Hombre, me motiva mucho. Di la idea del Plan de Embellecimiento de Canarias, aprovechamos proyectos que estaban aprobados y sin ejecutar y actuamos hasta en el embellecimiento de las carreteras. Logramos la financiación, unas cosas se hicieron y otras no. Valoramos hasta la flora, que también es cultura, realicé informes, programé actuaciones. Fue fantástico”.

-Como hizo César.

“Tengo mucho respeto por su obra. Por la de algún otro, no”.

-Y, además, varias esculturas tuyas se admiran mucho.

“Bueno, al menos se lucen en las rotondas y en otros enclaves. Algunas son muy grandes, como de más de seis pisos de altura”.

-Yo me acuerdo de cuando te tiraste al mar en las costas de las islas para investigar los fondos, el origen de todo.

“¿Sí, te acuerdas? Lo hice a pulmón, no utilicé botellas de oxígeno. Fui en busca de las huellas dactilares de cada una de las islas. Y me atrapó El Hierro, aunque no sé si también influyó la sopa de mariscos que me comía en La Restinga”.

-¿Qué es un pintor?

“Te lo voy a definir en pocas palabras: es un cronista de la época en que vive”.

-¿Y qué es lo que más te influye?

“Todo, a mí me influye todo lo que veo. Por eso la pandemia me volvió, como al resto de los ciudadanos, más triste. Y he tratado de olvidarlo, porque a Rosi y a mí la COVID nos atacó, sobre todo a mí, que tuve que estar con oxígeno muchos días, incluso en mi casa. Pero lo superamos”.

-Háblame de tus influencias en el arte.

“Son muchas, pero desde luego Velázquez, Vermeer y Picasso, sobre todos los demás”.

-Has tenido una ocurrencia que me parece genial. Alteraste Las Meninas. ¡Si Velázquez levanta la cabeza!

“Hice algunas modificaciones a la obra del gran maestro. E incluso coloqué un teléfono móvil en una mano del caballero que se ve en la puerta del fondo”.

-¿Has vendido ese cuadro?

“No se vende. Está en casa, lo hice en plena pandemia”.

-¿Qué es el retrato para ti?

“Pues algo muy importante. Y en épocas difíciles, una válvula de escape. He terminado el oficial de Paulino Rivero para la comunidad autónoma. Y a Paulino le ha gustado mucho”.

(Hablamos de Santa Cruz. Facundo conoce, seguramente, lo que yo he publicado: que es la única capital española de más de 200.000 habitantes que no tiene vía de circunvalación. Hablamos del tranvía, que como transporte y servicio público es muy útil pero que se ha cargado la ciudad. Y me dice: “Si teníamos el barranco de Santos, ¿por qué no lo cubrimos y evitamos que el tranvía hiriera a Santa Cruz como lo ha hecho?”. Tiene toda la razón. Y también palabras de elogio hacia el mandato de Manuel Hermoso como alcalde: “Manuel Hermoso hizo posible el Renacimiento de Santa Cruz”. Le gustan los toros. Tiene un hermano, Juan, que fue torero. Una vez vio torear a los tres Dominguines, juntos, en la plaza de Santa Cruz, de cuya supervivencia es defensor. Y otra vez, en Madrid, casualidades del destino, se tropezó con uno de los picadores de aquella corrida, que fue mítica. Su primer dibujo fue un retrato de Luis Miguel Dominguín).

-Háblame de tu exposición.

“Yo intento tributar un homenaje a la Naturaleza de las islas. Incluido el rostro frustrado del canario atónito que llama la atención sobre los atentados contra ella. Entonces la piel de una isla se abre, sin romperse, y aparece un volcán. Enlaza con mis viejos poemas de volcanes que pinté hace años. Todo tiene una continuidad”.

-Tú vives en Pozuelo, Madrid, pero tienes las islas dentro.

“Absolutamente, aunque mi trabajo me impida venir tantas veces como quisiera. Estoy buscando una casita en la isla, todavía no sé en dónde”.

-En tu exposición del día 3 de febrero va a haber novedades.

“Algunas. Por ejemplo, invitaremos a los artistas que lo deseen a que hagan monotipos con una obra de cada uno, cuyos ejemplares –uno por artista, repito— serán subastados a beneficio de los palmeros afectados por el volcán de Cumbre Vieja”.

-¿La muestra Piel de la Isla tiene un principio y un final? ¿O admite continuación?

“La muestra termina con un pino canario, que representa la resistencia y la esperanza. Un pino superviviente, que los ha habido, y que nos invita a confiar en el futuro, que nos dice que existe la esperanza”.

-¿Qué impresión sacaste de la erupción?

“Esa, que la piel se abría; y en medio, la zozobra del isleño, contemplando todo aquello. Yo puse mucho empeño en este proyecto y eso que trabajé muchas horas con el respirador para combatir la insuficiencia que me había provocado la enfermedad”.

(Ha sido también grabador y admira a Durero, claro, Muchos aprendieron con él. Fundó en La Palma El Taller y está lleno de proyectos, a pesar de haber superado los ochenta. Como debe ser, porque mirando a Facundo no parece que los haya cumplido, quizá por reflejo de Rosi. Recuerda sus tiempos de urbanista en Cabo Verde, frustrados por un cambio de Gobierno. Los caboverdianos querían copiar el modelo del Plan de Embellecimiento de Canarias. Están con cuarenta años de retraso con relación a nuestras islas y eso lo digo yo, no el artista. Y volvemos a Santa Cruz, pero antes decir también que Facundo es un maestro de la acuarela. Uno de los mejores, con Bonnín y Sureda entre unos pocos más).

“Lo que no puede ser es que hayan convertido las Ramblas y la Avenida de Anaga en autopistas, por no haber sido capaces de diseñar una vía de circunvalación”.

-¿Cómo pintaste tus crónicas (también se pueden pintar, a tu juicio) durante el confinamiento y la pandemia?

“Yo traté de sobrellevar la enfermedad -que creo que cogí en una clínica dental, porque nosotros, Rosi y yo, nos cuidábamos mucho, no salíamos de casa-, como pude. Pero con el COVID me volví una persona más triste. Traté de que el tiempo pasara más deprisa, trabajando. Lo conseguí, yo creo, pero fue extremadamente duro”.

-¿Y aquellos tiempos como constructor, incluso como docente?

“Sí, es verdad, dirigí muchos talleres de arquitectura. Incluso en Alemania, en Munich. Me apasionan. Cuando terminé mis estudios en La Laguna y me fui a Madrid, ya como arquitecto técnico, para estudiar en la Escuela Superior de Arquitectura, estaba lleno de ilusiones. Pero me pudo el mundo de las oportunidades y el contrato de Estudios Moro era irrechazable. Mi padre se entristeció con mi decisión, pero no me ha ido mal”.

-A pesar de que algunos no digieren tu éxito.

“Eso es lo menos importante. No me interesa lo más mínimo”.

(Facundo y Rosi llevan años y años juntos. Ella ha sido su modelo en los poemas relacionados con la Naturaleza de Canarias, pintados con una técnica sobresaliente, alojados en carpetas que guardan bellísimas litografías. Es un artista de los pies a la cabeza que ha recorrido el mundo, que ha sido aclamado por la crítica, distinguido en los museos y salas de exposiciones más importantes. Creo que tenemos pocos pintores más internacionales que Facundo Fierro, si es que existe alguno. Sus obras se cotizan mucho. Dice que le influye todo y es verdad porque Facundo me parece un observador excepcional. Cuando era más joven se lanzaban al mar para investigar los fondos de Canarias, como he comentado. Recuerdo que le dije una vez: “Estás loco, eso es peligroso”. No se le ponía nada por delante. En Versalles vivió en una de las casas de servicio de palacio, que hoy son alojamientos de lujo. En Francia lo veneran. Ha sido engañado por marchantes de arte y tampoco parece darle mucha importancia a esto. Ahora ya no tiene marchantes, no le hacen falta. “No publiques sino cosas buenas”, me dice, deja al margen las malas noticias. Por eso lo cuento sólo de pasada).

-¿Acabarás viviendo en la isla?

“No lo sé, ya te digo que estamos buscando un sitio. En Pozuelo vivimos muy bien, pero, claro, también tiran mis hijos, sentirme más cerca de ellos. En todo caso, está en estudio”.

-Lo de intervenir en Las Meninas es un punto, Facundo.

“Me metí en el cuadro, incluso desde ángulos poco conocidos. Entré y pinté al modo en que lo haría hoy Velázquez. Me imaginé cómo pintaría Velázquez a sus personajes ahora, en plena era del móvil, quizá con un selfie. Y resultó entretenido y hasta curioso”.

-Por favor, mándame una foto.

(Hemos dado cuenta de los steaks tartar y nos estamos tomando unos chupitos para dar por zanjada la entrevista. Ahora, en los próximos días, hemos quedado a comer con un gran amigo común, Gustavo Armas, que también participó, en sus tiempos de gran fotógrafo, en la obra de Facundo Fierro. Espero que Gustavo no nos falle y que acuda a la llamada. Por si acaso, le hemos llamado por teléfono. Por el móvil del señor del cuadro).

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