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La alerta temprana de la vulcanología en La Palma

La vigilancia de la red sísmica y su mantenimiento en el territorio palmero tiene esta única finalidad, pero en la práctica es imposible estimar una hora y una zona concreta en este tipo de vulcanismo
La vigilancia volcánica que ya se llevaba a cabo en La Palma se implementará a partir de la colocación de nuevos sensores. DA
La vigilancia volcánica que ya se llevaba a cabo en La Palma se implementará a partir de la colocación de nuevos sensores. DA

Muchos fueron los vecinos de Alcalá y El Paraíso, los núcleos con población dispersa más próximos a Cabeza de Vaca donde erupcionó el volcán, que se quejan de que el semáforo de la emergencia no cambiara de amarillo a naranja antes de aquel domingo 19 de septiembre a las 15.12 horas. Con el aún escaso margen temporal de cuatro meses transcurridos, conscientes de que ni el recorrido de la colada ni la gravedad de los daños hubieran cambiado, sí lamentan no haber podido recoger “alguna cosas más”. Muchos salieron con lo puesto y hasta los que estaban prevenidos, en Jedey y Las Manchas, y en una reunión informativa la tarde antes por la inminencia del evento geológico, olvidaron recoger sus tratamientos médicos e incluso sus zapatos.


Los días 18 y 19 de septiembre dejaron imágenes para la historia, pero también una profunda huella que se evidencia en los relatos a la hora de revivir la huida, la sirena de las ambulancias que recogía a algunos ancianos que vivían solos, las urgencias de la salida, los gritos, la llamada al perro, el abrir la jaula de los canarios, aquellas miradas de incredulidad entre la pareja incapaces de procesar que la casa y el terreno estaban en la trayectoria de la lava que bajaría.


No hubo hipotético retraso, sencillamente, porque era y es a día de hoy imposible estimar una hora y una zona concreta en este tipo de vulcanismo. Lo dicen los expertos y lo suscribe en declaraciones a este periódico Stavros Meletlidis. El objetivo final es siempre, en el mundo de la vulcanología, una alerta temprana, pero no puede ser exacta. Dice Meletlidis que “esa alerta, de la que mucha gente habla y se pregunta por qué no cambió el semáforo tres días antes, puede parecer ahora mejor o peor; ahora se puede suponer que si volviéramos atrás haríamos esto o lo otro, pero los datos y su correcta lectura hay que verlos en su conjunto y su contexto. No vale decir ahora ‘si yo hubiese estado ahí hubiera decidido otra cosa’; lo correcto es pensar: ‘si yo hubiese estado ahí con lo que sé ahora, qué hubiera cambiado”.


Con la experiencia vivida desde la primera línea de la erupción durante los tres meses de crisis volcánica, Stravros grabó una foto fija. La de la tarde del sábado 18 de septiembre, “cuando nos reunimos con los vecinos en el terrero de lucha de Las Manchas para explicar cómo proceder y qué preparar en caso de que se evacuara. Durante esa reunión había terremotos superficiales, a dos y tres kilómetros”. Además, aclara que “no es importante tanto la profundidad a la que se produce el sismo, sino la nube de sismos y cómo se comporta. Un terremoto de magnitud 6 puede no significar nada y sí ser muy importante el registro de 30 de magnitud 1”.

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