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Sorullos

En España viven muchos sorullos. Un sorullo es un tolete y un tolete es, más o menos, un señor -o señora- corto de luces. Como, por ejemplo, y hablo siempre en términos del ejercicio de la política, sorullos son el tal Casero, el diputado del PP que votó contra natura, y su padre espiritual, que es quien manda en el PP: un tal Teodoro García Egea. Ha sido tal la sorullada de ambos, uno por promocionar al otro y el otro por su extraño ejercicio del voto, que el pueblo soberano ha entendido su sorullada y tienen en vilo al partido con las elecciones en Castilla-León, ya que después de lo del disputado voto del señor Cayo las encuestas se les han virado un poco. En fin, que un diputado que tiene tres botones para pulsar, el del sí, el del no y el de la abstención, y se equivoca, es que es un tarugo. Me dicen, en un meme, que Casero se quedó atrapado en un ascensor porque se armó un lío con los botones. Y en otro que cómo se les va a exigir a los jubiletas que operen en los cajeros automáticos sin ayuda si el tal Casero se trabuca con los tres botones de su conexión telemática. También dicen que Pedro Sánchez tiene un grand slam más que Nadal y que se ha inventado la auto video conferencia para hablar consigo mismo porque ningún jefe de Gobierno quiere conectar con él. En fin, que la que tiene menos vergüenza de la panda es Meritxell Batet, que es una lince ibérica en interpretación de las normas del Congreso. Este es el país que nos dejaron Rajoy y Montoro, diciendo que lo habían salvado de la quema socialista. No sé quien salvó a quién, pero España es un absoluto desastre, la mires por la izquierda o la mires por la derecha. Ni siquiera nos podemos fiar del Congreso, que debería administrar la democracia.

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