La invasión rusa a Ucrania ha puesto de manifiesto la fragilidad de la democracia y que en pleno siglo XXI no estamos exentos de guerras y conflictos en nuestro propio continente.
La crisis humanitaria y el horror que están viviendo los ucranianos llega en tiempo real a través de las redes sociales a todos los rincones del mundo donde los medios no estén censurados.
Alarmados por la situación, muchos recurren a normalizar los actos de crueldad apuntando a que son el pan nuestro de cada día en muchos países del mundo. Tienen razón. Pero los factores que hacen este conflicto diferente incluyen la posesión de armas nucleares por parte del invasor que amenaza con usarlas si todo lo demás falla, y la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial.
El conflicto requiere la solidaridad de Europa, en momentos en los que la fatiga tras años de pandemia y la inflación hacen que se reciban las peticiones con poco entusiasmo.
Sin embargo, uno de los aspectos que hace esta guerra peculiar, es el hecho de que está cambiando el panorama geopolítico y el balance de poderes. Rusia está demostrando que no es, ni de lejos, la potencia que presumía ser. Lo que se había planeado como una victoria rápida, se ha estancado no solo por la resistencia heroica de Ucrania, sino por las deficiencias del ejército ruso, la falta de logística, y de motivación por parte de los soldados, que en muchos casos han sido reclutados a la fuerza y engañados sobre la verdadera razón de su presencia en un país que consideraban hermano.
Rusia se empieza a ver acorralada y despliega la censura para ocultar al país, ya en sí receloso de las actividades de su líder o en pleno desacuerdo, lo que está ocurriendo en el país vecino. Las campañas de desinformación, las mentiras, apoderándose de las redes y desgraciadamente ganando adeptos. Las acusaciones de posibles ataques con armas biológicas entrecruzadas, y la tensión en los países limítrofes, haciendo que algunos que no lo querían en principio, se planteen ahora su ingreso en la OTAN. Con este planteamiento, tanto Rusia como Estados Unidos empiezan la carrera por buscar alianzas y cortejar aliados, a veces con más acierto que otras, y en muchos casos causando sorpresas al comprobar que cuando empiece la música, a alguno le va a tocar bailar con la más fea.
EE.UU. explora alianza con Venezuela
La reunión que sostuvieron altos funcionarios estadounidenses con Nicolás Maduro ha causado más repudio que entusiasmo. Cuando Estados Unidos anunció que dejaría de comprar gas y petróleo a Rusia, lo hizo a sabiendas de que aunque la porción que importa de ese país es relativamente pequeña en comparación con Europa, genera un vacío que hay que llenar, especialmente, cuando los precios de combustible se disparan en un país que no está acostumbrado a que la gasolina salga cara. La posibilidad de aflojar las sanciones a Venezuela para que pueda utilizar las refinerías en el Golfo de México, parecía haber dado un paso adelante cuando Nicolás Maduro anunció a bombo y platillo lo bonito que era ver las banderas de ambos países juntas, y más tarde cuando dos estadounidenses fueron liberados de las cárceles venezolanas. Sin embargo, la explotación de gas y petróleo en Venezuela han declinado desde que Maduro ocupa el puesto y la ventaja de utilizar este combustible no es, en mi opinión, merecedora de tender lazos a un gobierno dirigido por un dictador que no es ni siquiera reconocido como presidente legítimo por parte de Estados Unidos.
La Casa Blanca dice que no se han hecho promesas, y dudo que esta misión exploratoria vaya más allá, especialmente con muchos republicanos poniendo el grito en el cielo, y con razón.
Colombia, aliado no perteneciente a la OTAN
Por su parte, Iván Duque, el presidente de Colombia, sí fue recibido por el presidente Biden en 1600 Pennsylvania Ave. como corresponde a un jefe de estado. Con Venezuela, Nicaragua y Cuba más próximos en ideología a Putin, Colombia se presenta como un aliado interesante en la región, que además puede proveer petróleo aunque obviamente en una escala muy limitada.
Biden reafirma lazos con Catar
El presidente de Estados Unidos reconoció al país como un importante aliado de Estados Unidos fuera de la OTAN, cumpliendo la promesa que había hecho a Catar a principios de este año, dijo la Casa Blanca. La designación es otorgada por Estados Unidos a aliados cercanos no pertenecientes a la OTAN que tienen relaciones estratégicas militares con Estados Unidos. Biden le prometió al emir de Qatar, el jeque Tamim bin Hamad al-Thani, en enero durante una reunión en la Casa Blanca el estatus especial.
Los aliados de Rusia
Al igual que Ucrania cuenta con el respaldo de la OTAN y de la UE, no es de extrañar que Rusia también tenga sus aliados en la región, entre ellos, Armenia, Belorrusia, Kazakhstan, Kyrgyzstan y Tajikistan. Estrictamente hablando, esos son todos los países con los que Rusia tiene tratados de alineación militar. Pero a veces se hace referencia a varios otros estados como aliados rusos, aunque no hay acuerdos oficiales. Tomemos Siria: claramente, Rusia ayuda mucho al gobierno de Bashar al-Assad en términos militares y políticos. Corea del Norte e Irán (ambos con armamento nuclear), también tienden a favorecer a Rusia, y Putin está reclutando a mercenarios de Afganistán.
Como mencionamos anteriormente, en Latinoamérica tiene Cuba, Venezuela y Nicaragua, con algunos países que no acaban de decir su postura como es el caso de Brasil o recientemente, México.
Se podría considerar a la India otro aliado potencial, en muchos sentidos, las relaciones ruso-indias son similares a los lazos ruso-chinos: India también ingresó en algunos de los tratados, realiza ejercicios militares conjuntos con Rusia y compra con entusiasmo equipo militar ruso. Pero aquí también podemos encontrarnos con el problema de que Rusia está tratando de poner a la India en una alianza trilateral con China mientras necesita una alianza contra China. Así que las relaciones en este triángulo son bastante complicadas. Después de todo, cada estado persigue primero sus propios intereses.
La incógnita de China
Si bien la campaña para la invasión de Ucrania está resultando en un fiasco que ha puesto al descubierto que Rusia no es una gran potencia militar (dejando a un lado, claramente, el hecho de estar en posesión de un arsenal nuclear importante), la gran incógnita es cuál es la postura de China.
Rusia tiene pocos amigos en el foro internacional tras su invasión de Ucrania. Pero China, con quien comparte una frontera de 4.300 kilómetros, se encuentra entre el puñado de naciones que se ha negado a condenar las acciones de Vladímir Putin, al tiempo que critica la respuesta de Occidente a la crisis. Pero Pekín no ha ofrecido mensajes a gritos de apoyo a Moscú por la guerra, sino que ha pedido conversaciones de paz y máxima moderación.
Sin embargo, la invasión de Ucrania es problemática para China. No está claro cuánta ayuda económica puede proporcionar a Rusia, y Pekín no se jugará sus propios intereses financieros de manera significativa para ayudar a Rusia a esquivar las sanciones.
China también está tratando de proteger sus lazos económicos, comerciales y políticos con Europa, pero ha criticado las sanciones occidentales contra Rusia y ciertamente no quiere ver un colapso total de la economía rusa, lo que podría fomentar la inestabilidad en un país vecino que es un socio estratégico importante. Los gobiernos de ambos países tienen puntos de vista igualmente negativos sobre el papel de Estados Unidos en Europa y Asia, y tienen en común el desdén por la democracia occidental, así como el deseo de hacer que la opinión pública global favorezca las autocracias. Pero hasta ahora, China no se ha apresurado a apoyar económicamente a la Federación Rusa y el último anuncio de que no va a suministrar repuestos para aviones a Rusia, debe haberle sentado como un jarro de agua fría a Putin. China es muy vulnerable a las sanciones y es notable que algunas instituciones financieras hayan comenzado a distanciarse de la economía rusa. La cuestión es si China utilizará métodos creativos y menos obvios para apoyar la economía rusa sin riesgo de ser acusada de violar las sanciones.
China como mediador para la paz
China ha propuesto desempeñar algún tipo de papel mediador, pero no está claro qué podría significar exactamente o de qué manera. Pekín es ampliamente vista en Occidente como demasiado prorrusa, y no tiene experiencia desempeñando ese tipo de papel en Europa. Ciertamente hay alguna esperanza de que China ejerza presión sobre Rusia para poner fin al conflicto, pero, a todas luces, parece carecer de la voluntad y la capacidad para obligar a Rusia a retroceder por completo.
Por ahora, al menos, ambas partes tienen razones para tratar de desviar cualquier tensión entre ellas.