el charco hondo

Los desplazados africanos

Huyen de la guerra, de ciudades imposibles y regiones donde la vida vale poco o nada, escapan de la inseguridad, del caos y de la ausencia de condiciones de vida mínimamente aceptables, de la desesperación, del horror, de la muerte, de la violencia, de la nada, protagonizando un éxodo que no dejará de crecer. Son desplazados a los que nos referimos como inmigrantes, y será por eso, porque hay palabras o calificativos que pesan y duelen más que otros, por lo que la respuesta que encuentran en nuestro país es bien distinta a la que están teniendo aquellos a los que no denominamos inmigrantes sino desplazados o refugiados. A la vista está, la nomenclatura cambia la permeabilidad que nos generan situaciones ante las que, siendo sustancialmente similares, reaccionamos de forma bien diferente. Hay términos que encasillan y establecen distinciones que no atienden al trasfondo. Hay palabras que encorsetan, diferenciando situaciones que, de fondo, son iguales. La solidaridad va por barrios, por regiones o países, y, al parecer, también por colores. Debe celebrarse que las comunidades autónomas abran sus puertas y tiendan una mano para, en la medida de lo posible, acoger a miles de ucranianos a los que la guerra ha arrebatado pasado, presente y futuro. Hay que aplaudir las iniciativas que apuntan en esa dirección, especialmente para arropar a tantos niños a los que la invasión ha devorado la infancia. Ahora bien, llama la atención -aunque no sorprende- que las mismas comunidades autónomas que abren sus puertas a los desplazados ucranianos se desentiendan de los desplazados africanos. Entristece que ofrezcan acogida a los ucranianos los mismos gobiernos autonómicos que, de perfil, dan la espalda al compromiso que les corresponde con los inmigrantes que llegan cada vez en mayor número a Canarias huyendo de la guerra, el caos, la inseguridad o la desesperanza, igual que los ucranianos (de los inmigrantes apenas tenemos imágenes, será eso). Dentro de setenta y dos horas -este domingo, 13 de marzo- los presidentes autonómicos que tienden la mano a los ucranianos, pero eluden su corresponsabilidad con los inmigrantes, se reunirán en La Palma. Será una buena ocasión -inmejorable- para preguntarles qué diferencia hay, en términos de solidaridad, entre los desplazados ucranianos y los desplazados africanos. Quizá estemos descubriendo que hay palabras que duelen más que otras; y, en esa idea, tal vez debamos empezar a referirnos a los africanos como desplazados y no como inmigrantes.

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