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Resiliencia

Los sociatas, que son muy suyos, han resucitado la difunta palabra resiliencia, que significa, en sicología, la capacidad que tienen las personas para superar situaciones difíciles. El Gobierno de Sánchez ha sido una pura resiliencia, pero alguien les sopló al oído el palabro y lo han adoptado. Ahora todo es resiliencia e invocan la voz como si fuera lo único que les queda. Yo no la había escrito jamás hasta ahora y prometo que nunca más, en lo posible, voy a traerla a mis artículos, no sólo porque me suena mal sino porque nadie la entiende y porque nadie la usado jamás o la ha usado muy poco. Este país no puede vivir de palabras para justificar el fracaso. Los fracasos se justifican con frases rotundas y con hechos contundentes. Sánchez puede ser un resiliente (no se admite el sustantivo pero esto a mí no me dice nada, porque en general los españoles somos supervivientes, palabro que sí acepta la Academia). Yo hoy quería escribir un artículo alegre y desenfadado, pero desde hace días me rumia en el coco la jodida voz y me ha salido de corrido el título y el contenido. Así que a jorobarse. Ahora, con la guerra en Ucrania, Putin es el culpable de que suba el precio de la luz, de que no haya aceite de girasol en Mercadona, de que falle el suministro del acero inoxidable, de que bajen las pensiones y de la madre que parió a Putin, porque antes estábamos muy bien, habían mandado a tomar por saco a la Agencia Tributaria y los españoles éramos felices. Qué bonito todo. Mientras, desde La Moncloa se habla de la resiliencia, que es el concepto acuñado por la izquierdona menos radical -y también por la más radical- para animarnos a que lo superemos todo, incluso a ellos. Me quedaré aquí para no darles a ustedes el día, que ya tienen bastante con la resiliencia.

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