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La cacería

Las cacerías, a veces, resultan fatales, no tanto para los cazados, sino para los cazadores. Por eso conviene pensarlo bien antes de participar en una de ellas. La cacería en Botswana de un elefante, de mucha edad y previamente seleccionado, fue el principio del fin de la imagen y la reputación del anterior rey; y levantó la veda para destruirlo mediáticamente y ante la opinión pública. Y la cacería de Isabel Díaz Ayuso, que Pablo Casado intentó perpetrar en una miserable entrevista en la COPE, fue el fin de su carrera política; para bien del Partido Popular y de política española, todo hay que decirlo. Porque, afortunadamente, Roma no paga a traidores, aunque los despida con elegancia. El problema es que Casado le dio ideas -y falso material- a los socialcomunistas de Pedro Sánchez, que saben que, con permiso de Núñez Feijóo, Díaz Ayuso es, hoy por hoy, la única candidata que podría derrotarlo en las urnas y poner fin a la pesadilla del sectarismo rampante y sin escrúpulos que sufrimos en este país de fábula. Como era de esperar, han comprado todo el material averiado que les regaló el cazador Casado, le han añadido grandes dosis de imaginación, y han puesto a trabajar en la operación Delenda est Ayuso, Ayuso debe ser destruida, a su gente de la fiscalía y la magistratura, cuya independencia política, más que un chiste ocurrente de humor negro, es una afrenta que sufre la pobre y muy enferma democracia española.

La fiscal general del Estado es una antigua ministra de Justicia, a la que el Gobierno le acaba de asegurar su futuro como fiscal de Sala del Tribunal Supremo, el culmen de su carrera, mediante una disposición legal ad hominem, es decir, con nombre y apellidos, que es precisamente lo que no debe de tener una norma jurídica. Y la fiscal general ha impartido las instrucciones oportunas. El fiscal jefe de Anticorrupción se ha puesto a la tarea, pero le ha surgido el inconveniente de que la fiscal española en la Fiscalía Europea, que jugó un papel decisivo en el proceso de la Gürtel, tras lo cual fue recompensada con un puesto en el organismo europeo, ha iniciado diligencias para intervenir también en el proceso, intentando atraer para sí la investigación sobre supuestos delitos que, según ella, conectan el caso con la Justicia europea. Y el fiscal jefe de Anticorrupción ha reaccionado enviándole un escrito demoledor, que revela todavía más de lo que dice.

El contenido del escrito es concluyente, y desmonta los argumentos de la fiscal europea, a la que acusa de querer abrir una investigación “prospectiva sin un mínimo acervo incriminatorio en la causa”. Lo que viene a sugerir, en definitiva, es que la fiscal europea no actúa en virtud del principio de legalidad. El fiscal Anticorrupción no ha apreciado indicios de malversación o fraude, y añade en su escrito que “el bagaje indiciario existente apunta con claridad a que no ha existido desviación de subvención alguna ni apropiación de caudales públicos ni, en consecuencia, daño a los intereses financieros de la Unión Europea”.

Peleas entre cazadores, que son muy peligrosas porque se puede escapar alguna bala perdida y herir gravemente la credibilidad democrática de nuestro sistema político. Mientras tanto, Isabel Díaz Ayuso sigue a lo suyo, preparándose para ser la primera mujer presidenta de un Gobierno español.

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