visiones atlánticas

Europa invertebrada

Hace un siglo, en 1921, Ortega y Gasset, en su España Invertebrada, señalaba “la unidad de Europa como la verdadera y definitiva solución de España”. Unidad de Europa que ha puesto de manifiesto sus debilidades, con la invasión rusa de Ucrania. Putin vio vía libre en el actual mundo multipolar, con el precipitado abandono de las democracias liberales de Afganistán. Puesto de relieve en las recientes elecciones presidenciales francesas. Que, si bien el mecanismo de doble vuelta las hace gobernables, revela las debilidades de las democracias liberales. Desaparecieron las opciones electorales tradicionales, los republicanos con Valerie Pécresse 4,7% del voto y los socialistas de Anne Hidalgo con el 1,7%; equivalentes franceses del PP y del PSOE. En los perfiles del voto, las opciones se acercan en el segmento de 25 a 60 años y se alejan en jóvenes y mayores que votan a Macron. En el voto por profesiones, Le Pen domina entre trabajadores, jubilados y rentas bajas. El nuevo mundo multipolar obliga a recuperar la autonomía en defensa, energía-industria y alimentación, donde España se sitúa en una posición muy débil. En defensa gastamos la mitad de lo firmado con la OTAN, el 2% del PIB, manteniendo una posición de debilidad ante Marruecos, país con un PIB 12 veces inferior al nuestro y con el que carecemos de una “defensa disuasoria”. Nuestro grado de dependencia energética nos sitúa a la cola de Europa, en torno al 70% de la energía es exterior, renunciando a las opciones de transición en el mix energético, sin térmicas, sin gas, sin fraking y sin nucleares, importando gas de fraking americano y nuclear francesa. A la dependencia energética sumamos la industrial, que España está obligada a recuperar. Incluso en el abastecimiento alimentario, encontramos debilidades, a pesar de nuestra pujanza, en el maíz, el aceite de girasol y los fertilizantes. Con una España vaciada que precisa políticas agrarias activas, que completen nuestras cuotas de abastecimiento y recuperen la España despoblada.

España pierde peso en Europa, retrocede en la economía, con 16 socios UE que nos adelantan en renta per cápita. Solo somos el 8,4% del PIB de la UE, el peor dato en 20 años. Estamos en un shock de oferta, como en la crisis del petróleo, en esta nueva guerra fría, pero sin una etapa de prosperidad previa y con una deuda pública sin control, por encima del 120% del PIB. Acentuada por un déficit público cronificado no inferior a 50.000 meuros. Siendo una de las economías desarrolladas menos eficientes, donde es posible reducir el gasto público, manteniendo la misma calidad de los servicios, ahorrando con ello 60.000 meuros año, según la Airef. Afrontar la estaflación, inflación con bajo crecimiento, obliga a bajar impuestos y gasto público. Buscar la solución en Europa que pedía Ortega hace 100 años exige dotarnos de los niveles de seguridad, energía-industria y alimentación, con los grados de flexibilidad precisos, en homogeneidad con la UE, que ha hecho verdes la nuclear y el gas. Incompatibles con el modelo polarizado del actual gobierno, que se traduce en la fractura de la nación, la ocupación de los poderes independientes del estado de derecho, el abandono de la socialdemocracia, abrazando modelos incompatibles con las “democracias liberales”. El clima de inseguridad política del gobierno dividido a su interno se expresa en los bandazos diarios de políticas erróneas, presiones fiscales insostenibles, políticas que resuelven a trasmano con subastas de recursos públicos, favores asimétricos y rotos institucionales, alejados de la lealtad y el respeto mutuo, tanto al interno de la nación, como en el marco de la UE y en las relaciones internacionales. Como vemos con Marruecos y con Argelia, con Ceuta, Melilla, el Sáhara Español y hasta con el CNI, en estrategias y tácticas inexistentes e imposibles de conciliar.

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