La inteligencia de la política, y de los agentes económicos y sociales, se pone a prueba cuando toca a la puerta un desafío como el que ha echado a andar en los terrenos de la refinería. Las metas pequeñas pueden permitirse protagonistas igualmente menores, incluso microscópicos. Sin embargo, retos como el del espacio que quedará despejado con la retirada de la refinería, el empeño colectivo que algo así debe conllevar, exigen que la política ofrezca su mejor versión, esa madurez que hace falta para no caer en el regate corto, la calderilla argumental, la picaresca, el menudeo o la zancadilla de barra de bar. Es fundamental que un proceso tan complejo, y largo, se aborde con la altura de miras que requieren las transformaciones, con los consensos, la unidad de acción y el frente común que hacen que las cosas sucedan. Al futuro no se llega a manotazos sino yendo de la mano. La ciudad del después empieza ahora, pero solo será posible si las administraciones implicadas son capaces de trabajar codo con codo, nunca a codazos. No cabe achicarse cuando los alumnos aventajados del perro del hortelano, escuela de los que ni hacen ni dejan hacer, intenten minar la ilusión o la confianza en un proyecto de esta envergadura arrastrándolo al fango del relato del no porque no, sembrando dudas para abrir grietas o bocas de agua, criminalizando un desarrollo que generará un volumen de inversión y empleo que jamás aterrizaría en Santa Cruz si no fuera por algo como lo que está echando a andar. La Ciudad, y la Isla, no pueden permitirse dejar que proyectos transformadores de este calibre pasen de largo, no estamos para desperdiciar propuestas que generen oportunidades. CEPSA no se va, continúa siendo una pieza insustituible en el motor que tira de las Islas; y su permanencia, con una presencia multiplicada, genera confianza de cara a los capítulos que estén por escribirse. Desmantelar la refinería abre las puertas a una baza sin precedentes. Nunca un espacio con esos antecedentes, y dimensión, ha sido reconvertido en ciudad del futuro. El proyecto, impulsado desde 2018 por el actual alcalde, José Manuel Bermúdez, merece un apoyo tan exigente como unánime de los agentes políticos, empresariales y sociales. Otras capitales matarían por tener la oportunidad que el espacio que deja la refinería ofrece a Santa Cruz, sería imperdonable que se pongan palos en la rueda al futuro de la capital y de la Isla. Las ciudades del futuro, inteligentes, solo son posibles si gobernantes y gobernados actúan inteligentemente. El proyecto a desarrollar en los terrenos de la refinería pondrá a prueba a unos y otros.
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