Es una bilbaína residente en el pueblo costero de Bakio. Desde 2015, Oihane Cantabrana acerca la armonía y el bienestar a casa. Esa pasión la canaliza a través de Ordenatrix.
-¿Qué hace una organizadora profesional de espacios?
“Ayudar a las personas a ordenar su casa o el sitio que ocupan en el trabajo”.
-¿Cómo?
“Puede ser físicamente en ese lugar o enseñar a ordenar”.
-¿Qué servicios?
“Hago sesiones presenciales en las que ordeno y, si está la clienta, le voy explicando. Además, ofrezco talleres”.
-¿En las dos versiones?
“Sí. También, a distancia. Vendo paquetes por internet. Prefiero que la gente aprenda a vivir en orden”.
-¿Un negocio unipersonal?
“Yo gestiono el proyecto y soy mi única empleada”.
-¿Qué libro es ese, el de las tres claves?
“Es una guía gratuita en la que resumo mis métodos, tres pasos para ordenar el espacio”.
-¿Cuáles son?
“El primero, sacar todo lo que no se utiliza”.
-Eso conlleva salir de un laberinto de confusiones…
“Cuesta un poco, pero ¡fuera! Después, distribuir lo que ha quedado por familias”.
-¡El hogar de las cosas!
“Que no haya un boli en el mueblecito de la entrada; otros tres, en la cocina, y algunos más, en el salón”.
-A veces buscas un bolígrafo o un lápiz y se encontraba en una oreja. ¡Qué despiste!
“Lo ideal es reservar una zona fija donde sabes que están: coges uno y lo dejas allí”.
-O cargar con un cinturón de herramientas…
“Ja, ja, ja…”.
-¿Y el tercer movimiento?
“Un cambio de mentalidad. Las compras compulsivas son malas consejeras”.
-El manual se complementa con un plan…
“El reto detox, que hice por redes sociales. Te anima a dar el primer paso: librarte de todo lo que no utilizas”.
-¡Un empujón!
“Cada día mando un correo con un pequeñísimo vídeo”.
-¿Qué tarifas se aplican?
“Depende de lo que tenga que ordenar, con un presupuesto sin compromiso”.
-¿Qué te indujo a estudiar Administración y Finanzas?
“Quería ser emprendedora. Estaba decidida”.
-De la teoría, a la práctica…
“Cuando ya estaba trabajando con un contrato indefinido de administrativa, mi madre me alentó”.
-Dicho y hecho…
“Pensé: ‘¿Qué me gustaría hacer todos los días de mi vida? Pues, ordenar’. Busqué en internet y lo descubrí”.
-Una pionera en el País Vasco en tales menesteres…
“Eso es, efectivamente, la primera en Euskadi”.
-Ahora hay más, ¿no?
“Sí, unas cuantas”.
-La japonesa Marie Kondo es un referente mundial…
“Aunque ha sido una inspiración, las técnicas mías son occidentales. Me apoyo en ella para explicar a qué me dedico”.
-El caos y el estrés son como la taza y el café: se sirven en el mismo plato…
“¡Totalmente! Con el orden consigues mitigar el estrés. Te proporciona bienestar”.
-¡El gran objetivo!
“Es lo que les digo. Lo que me encanta no es pasar horas doblando camisetas…”.
-¡Yupi! ¡Qué divertido!
“Lo que persigo es que me sobre tiempo para disfrutar de lo que me gusta”.
-Se deduce que predominan las mujeres…
“El noventa y pico por ciento de las personas que me consultan son mujeres”.
-¿Los hombres se avergüenzan o es que se creen que no lo necesitan?
“Los cuento con los dedos de una mano. Muchas mujeres no han podido contratarme porque el hombre se negaba”.
-¡Vaya!
“¡Es lo que hay!”.
-¿Los calcetines qué?
“Doblarlos en vertical, juntos. Sin formar una bola”.
-¡Ah!
“¡Pobres calcetines!”.
-¿La lavadora se los come?
“Eso transmite la leyenda. Lo que no tengo claro es dónde se pierden los calcetines”.
-¡Un misterio desquiciante!
“Intuyo que muchos se separan cuando están colgados para secarse. Sospecho que ahí caen un montón, ¡eh!”.
-Conviene desplegar un sistema de vigilancia…
“Sería lo apropiado. Me pone de los nervios que emparejen calcetines de diferentes tipos. No les importa. ¡Buah!”.
-¿Y la ropa interior?
“Igual. Menos las prendas que se arrugan o muy voluminosas, doblar en vertical”.
-¿Qué se recomienda para racionalizar la energía al ordenar el armario?
“Se tarda menos con perchas que doblando”.
-¿Vale la pena planchar?
“¡Uy!, la plancha. Lo que hago es colgar bien”.
-Los zapatos ¿dónde?
“En una zapatera funcional, más que decorativa, y algunos aparte para el cambio de temporada”.
-¿En un trastero interior?
“En el altillo del armario o en el canapé bajo a cama”.
-Sin intención de chismorrear, ¿qué ha sido lo más extraño que han pedido?
“Nada del otro mundo. Lo que sí llega a ser impactante es la cantidad de objetos”.
-¿Aparecen con asidua frecuencia unos que ni se acordaban de que existían?
“Habitualmente”.
-¿Por qué se te ocurrió el nombre de ordenatrix?
“Es porque una amiga me llamaba organizátrix”.
-¡Qué ingeniosa!
“Lo asocio a la aldea de las historietas de Astérix y Obélix”.
