maltrato animal

Extrae la sangre de 500 perros y gatos hasta matarlos para venderla a clínicas veterinarias

La Guardia Civil detuvo la semana pasada a un empresario acusado de cometer estos crímenes atroces: "Era famoso en el mundo veterinario"
Estado de uno de los animales hallados en la instalación de Humanes. / EFE
Estado de uno de los animales hallados en la instalación de Humanes. / EFE

Por Lluís Lozano (EFE).| El empresario detenido la pasada semana acusado de extraer sangre a perros y gatos hasta causarles la muerte para luego venderla a clínicas veterinarias ganó más de un millón de euros desde 2006 y podría haber acabado con la vida de cerca de 500 animales.

Así lo han indicado a Efe fuentes del SEPRONA de la Comandancia de Madrid de la Guardia Civil, que arrestó al hombre el 16 de junio junto a un colaborador en el marco de la Operación Elton, nombrada en memoria del agente canino que halló el cuerpo de Diana Quer, fallecido en 2020.

El empresario, L.M.V.F., es dueño de la mercantil Centro de Transfusiones Veterinaria S.L. y presidente de la Asociación de Hematología y Homeopatía Animal, encargada de la certificación de laboratorios de hematología y de bancos de sangre.

El mismo día 16, la Fiscalía de Madrid anunció que iniciaba una investigación acerca de las prácticas “dolorosas y crueles”, en ocasiones hasta causarles la muerte, a las que sometía a los animales para extraerles la sangre. Podría haber cometido un delito relativo a la protección de animales domésticos y otro de intrusismo laboral, pues carecía de cualquier tipo de titulación.

La empresa vendía inicialmente la sangre a centros veterinarios de la Comunidad de Madrid, pero acabó extendiendo su negocio por toda España y otros países europeos como Italia, Bélgica, Francia y Portugal.

El entramado delictivo era “pionero” y se servía de empresas de transporte para su distribución: “Es una tipología que no habíamos visto nunca, con las dificultades que eso conlleva para la investigación”, señalan las fuentes del SEPRONA.

El detenido, que contó con la colaboración de algunos veterinarios, según las mismas fuentes, se estima que facturó cientos de miles de euros en los últimos dos años y más de un millón desde que empezó a vender sangre animal en 2006.

El Centro de Transfusiones Veterinaria llevaba a cabo sus actos delictivos en Madrid y alrededores, principalmente en una finca en la localidad de Humanes, donde exanguinaba a los animales, y en un laboratorio situado en la Carretera de Canillas, donde la Guardia Civil incautó cerca de 600 bolsas de plasma congelado.

También en un crematorio en Yuncos (Toledo), que pertenece a una persona ajena a la trama delictiva y donde la Fiscalía ha contabilizado 60 cadáveres de animales muertos por la extracción de sangre entre los meses de abril y mayo.

En su intervención en la finca de Humanes, la Guardia Civil liberó a 249 perros, gatos y conejos que el empresario conseguía a través de particulares y protectoras. Tenían heridas y enfermedades de las que actualmente están siendo tratadas en distintos centros de Madrid.

Además de los que fueron liberados y de los cadáveres localizados en Toledo, se investiga la implicación del empresario en la muerte de muchos más animales, en torno a medio millar.

Famoso en el mundo veterinario

El Centro de Transfusiones era conocido entre las clínicas veterinarias y gozaba de confianza entre los profesionales del sector. En su página web se presentaban como un referente en la comercialización de sangre animal.

“Era famoso en el mundo veterinario. Las bolsas de sangre parecía que tenían todas las garantías y los centros veterinarios trabajaban con su empresa desconociendo cómo obtenía la sangre”, explica a Efe Cristina Fragio, profesora especialista en hematología veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid.

Fragio admite que en el Hospital Clínico Veterinario de la Complutense, cuando no tenían reservas de sangre suficientes, llegaron a contratar los servicios de la empresa del detenido, aunque asegura que no conocían las torturas a las que presuntamente sometía a los animales.

Según relata la profesora, todas las bolsas venían perfectamente etiquetadas y testadas contra enfermedades infecciosas, por lo que daban la impresión de ser un producto “perfectamente conservado y procesado”. Nunca tuvieron problemas con la calidad de la sangre que les vendió.

Nacho Paunero, presidente de la protectora de animales El Refugio, coincide en resaltar la fama del Centro de Transfusión: “Todo el mundo relacionado con este ambiente tenía confianza en que funcionaba bien. En un momento dado, era el único sitio de toda España en el que se podía pedir sangre”, apunta en declaraciones a Efe.

Asegura que esta es una de las situaciones “más atroces” que ha visto en los 26 años que lleva denunciando el maltrato animal desde El Refugio, protectora que participa en más de cien procedimientos.

“Estamos haciendo los tramites para poder presentarnos como acusación popular en esta causa y poder aportar nuestra experiencia para que este hombre sea juzgado y condenado”, precisa.

Achaca a las administraciones que no estableciesen ningún filtro ni supervisasen la actividad del empresario, pues considera que se podrían haber evitado las presuntas torturas a las que sometía a los animales.

Las fuentes del SEPRONA consultadas aseguran que, pese a que efectivamente estas empresas están sometidas a inspecciones, el Centro de Transfusiones Veterinario no estaba dado de alta y se desconocía oficialmente su existencia, por lo que no se pudo controlar su actividad.

Una práctica contraindicada

El proceso de extracción de sangre en perros y gatos, los animales con los que mayoritariamente trabajaba el detenido, es idéntico al que se practica en humanos: un pinchazo de unos diez minutos, la sangre se introduce en una bolsa y se almacena en neveras a la espera de que algún paciente la necesite.

“No es difícil ni invasiva. También son los mismos los supuestos en los que se hacen transfusiones en humanos y animales: anemia, problemas de coagulación, desangramientos…”, explica Cristina Fragio.

No obstante, sí varía el lugar del pinchazo. En los humanos es normalmente en el brazo, mientras que en perros y gatos se suele inyectar en la vena yugular, localizada en el cuello.

El detenido, sin embargo, pinchaba a los animales en el ventrículo izquierdo del corazón para obtener mayores cantidades de fluido, provocándoles la muerte por shock hipovolémico, explicó la Guardia Civil en el momento de su detención.

Una práctica que en medicina veterinaria, indica Fragio, está contraindicada en casi todos los supuestos por el riesgo que implica para el animal.

Temerosa por que este suceso pueda enturbiar la imagen de los bancos de sangre, insiste en que las donaciones, que en muchas ocasiones provienen de propietarios que de forma voluntaria llevan a sus mascotas a los centros, permiten “salvar vidas que antes no podíamos -afirma-“.

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