visiones atlánticas

Socialdemocracia fallida

El sistema político que ha sostenido las democracias liberales, triunfadoras en la segunda Guerra Mundial y en la caída del Muro de Berlín, ha sido la “socialdemocracia”, cuyos principios son al tiempo los del capitalismo occidental. Lo vemos en el artículo uno de la Constitución Española del 78, cuando se conforma como estado social y democrático de derecho. La socialdemocracia, ha colapsado en los países del sur de Europa y arrastrado en su deriva a la economía y al estado de derecho. Singular el caso español, donde al tiempo se ataca a la nación, que queda gobernada por una alianza que tiene por fin su demolición. Cuya línea de acción la vemos a través de la degradación que hacen de tres instituciones esenciales, familia, escuela y empresa.

Las clases medias españolas, priorizan la eficiencia del sistema político por el resultado de su gestión económica. Como ajena en principio al contenido de sus valores culturales, cuando resulta imposible desligarla de ellos y en sentido contrario sin parar a ver que es precisamente el ataque a los mismos, lo que mantienen nación y economía en quiebra. Gregorio Luri, escritor y editor y César Antonio Molina, escritor y ex ministro de cultura con el PSOE, coinciden en la degradación de la escuela resultado de la nueva Ley Celaá, la peor y más sectaria de la democracia. Entienden la escuela como institución de confianza y mérito, soporte de la razón, de la ciencia y de la historia. Las matemáticas feministas, Platón misógino y la historia sin fechas, buscan la ignorancia del alumno y rompen la escalera social del mérito de los más desfavorecidos. Sin esfuerzo no se llega, ni se sitúan los valores que debe trasmitir la escuela.

Eduard Berstein (1850-1932), padre de la socialdemocracia alemana, luchaba contra el comunismo y por una evolución de la historia ajena a la “lucha de clases”, por un cambio reformista pacífico. De manera que la innovación se convierte en el motor de la sociedad libre, donde las “nomenklaturas públicas”, raptan al estado en su beneficio, apartándose del servicio ciudadano. Vemos reconvertidos los neocomunismos hispanos, a las tesis identitarias de las izquierdas, víctimas de sus excesos doctrinarios.

Presentó en Tenerife Jerónimo Saavedra, que fue presidente del Gobierno de Canarias, Ministro de Educación y de Administraciones Públicas con Felipe González y Defensor del Pueblo Canario, a José Bono, por seis legislaturas presidente de Castilla la Mancha, que perdió por 9 votos las elecciones primarias del PSOE contra Zapatero, luego Ministro de Defensa y Presidente del Congreso de los Diputados. Bono hace su “reivindicación de la política y del consenso”, que protagonizaron con la Constitución del 78. Ambos socialdemócratas, como Felipe González, que renunció al marxismo, del que reniegan a su vez Alfonso Guerra y los socialdemócratas, por la deriva y polarización del socialcomunismo, que ha laminado la línea oficial del partido que hizo posible el encuentro, la ley de amnistía y la Constitución. José Bono, cimentó su éxito electoral, en la práctica de un “socialismo cristiano”, centrado en atender las necesidades reales del ciudadano, por encima del partido. Socialismo cristiano que ha practicado, con análogo rédito electoral durante ocho legislaturas, un alcalde del PSOE de Tenerife. La atención al cristianismo, debemos separarla de movimientos sociales equívocos, como la “teología de la liberación”, desviación ideológica que condenó San Juan Pablo II, al traicionar la causa de los pobres, cuando ofrecían el cielo en la tierra. Debemos desarrollar, como opinaba Jerónimo Saavedra, los sistemas políticos para defender con razones, los derechos humanos, núcleo de las democracias liberales. Andalucía ha votado el cambio tranquilo, contra la polarización y las crisis del gobierno terminal en Madrid.

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