Por fin se presenta Sumar. Un comentario que habla de la incierta correspondencia entre las matemáticas y la política eleva la posibilidad a una multiplicación o una división. Yo no me atrevería a decidirme por ninguna de las dos. En realidad multiplicar es una suma intensiva y dividir tiene los efectos de una sustracción. En realidad en el campo de los números se puede asegurar que son operaciones inversas. En su aspecto sociológico no hay que fiarse de la exactitud de estos procedimientos. En junio de 2016 se llevó a cabo un intento de suma, con los mismos protagonistas, que acabó siendo una resta, cuando Pablo Iglesias incorporó a IU a su proyecto político y perdieron un millón de votos. Por lo pronto desde la foto de Yolanda Díaz con las cinco magníficas hasta el momento actual, en que se inicia el proceso de escucha, se le ha caído una de ellas, la vicepresidenta valenciana. Es difícil ser adivino en estas cuestiones, pero no deberíamos perder de vista los antecedentes. Según se dice, Yolanda cuenta con un gran apoyo mediático y una imagen de moderación negociadora difícil de superar, pero hay algo que no cuadra y es la queja contenida en las declaraciones recientes del presidente Sánchez sobre una derechización de los medios de comunicación. Yolanda es valorada en las consultas de Tezanos. Ella no se fía. Por eso pretende escuchar a la sociedad para comprobar si es verdad, pero también creo que se engaña si utiliza el número de personas que se reúnan en los distintos mataderos como la verificación de lo que digan las encuestas. Un mitin se puede llenar con los afines y eso no significar nada. Esto de escuchar es una innovación política que consiste en la técnica del acomodamiento a lo que dice la mayoría. Los políticos afirman hacerlo en sus análisis poselectorales, cuando dicen aquello de “he entendido el mensaje”, aunque en muchas ocasiones lo utilizan para hacer todo lo contrario de lo que prometieron. En el fondo, se trata de la conquista del poder y cualquier medio es bueno si logra su objetivo. Después ya veremos lo que se hace. Los líderes políticos no lo son de la noche a la mañana: cada cual tiene su currículum y su ideología y eso no es tan variable como nos quieren hacer ver. Si tu eres comunista desde el nacimiento y has practicado en esa idea toda tu vida es casi imposible que te transformes para ser otra cosa. En este caso te conviertes en escucha porque si te escuchan a ti van a encontrar lo mismo de siempre. En fin, no quiero ser agorero ni desacreditar un proyecto que aún no ha nacido, solo pretendo exponer algunos lugares comunes para que no nos llevemos a engaño. Luego está lo de dar satisfacción a un sector que está buscando representación. Yo creo que en política está todo el pescado vendido. Solo hay que recordar el fracaso de la llamada España vaciada, que no deja de ser un ensayo nacionalista a nivel cantonal con escaso porvenir. Aparte de escuchar, esta líder original anuncia un nuevo contrato social, actualizando así a Juan Jacobo Rousseau. En esto demuestra tener una gran ambición, pero si nos damos cuenta esa revisión del viejo filósofo ya se ha producido al considerar la necesidad de establecer nuevos ejes en la convivencia política. Ya saben: igualdad de género, ecologismo y digitalización. Según parece Europa no da dinero para otra cosa. Existe una novedad en este movimiento de reagrupación a la izquierda del PSOE y es la ausencia de declaraciones de asalto al poder y la insuficiente reacción de alarma por parte de quien tiene obligatoriamente que sentirse asaltado. Los precedentes son los que son. Ahora parece que hay una entrega conformista a que las cosas sean así y no puedan cambiar, que no existe otra posibilidad que reconstruir al Frankenstein fortaleciendo sus partes, a pesar de que esto conlleve la debilitación de un liderazgo en función de construir otro que le haga de contrapeso. Habría que preguntarles a los del No es No, o mejor a los líderes regionales, que ven peligrar sus candidaturas, si es esto lo que realmente les conviene. Me da la impresión de que ese proceso de escucha debería iniciarse en el interior de la familia socialista. Mientras tanto, Yolanda exhibe su buen rollito a la vez que Alfonso Guerra no se corta un pelo para decir que es un bluf. Yo no llego tan lejos.