Antonio Muro Álvarez, catedrático de Parasitología en la Universidad de Salamanca aseguró al DIARIO que “siempre he creído que la gripe es la amenaza más importante a la que se enfrenta la humanidad” y pese a que ahora “estamos con la COVID, que no pensábamos que llegara a este nivel” e incluso hay intranquilidad por la viruela del mono insiste en que “siempre hay que temer mucho más a las enfermedades que se transmiten por el aire”.
Muro ve “es normal” que los organismos internacionales se hayan centrado en el coronavirus pues “ha afectado a todos los países del mundo y hace muchos siglos que se había confinado a la humanidad” por una enfermedad. “Al inicio no se sabía que era y moría la gente en todos los países, ricos y pobres”. Recordó que ya los expertos habían alertado que una pandemia podría llegar en un plazo más o menos cercano. “Sabíamos que podía pasar, pero no creía que fuera un coronavirus. Las dos anteriores epidemias, el SARS-CoV y el MERS, fueron menos letales”.
Personalmente el experto creía que “la gran pandemia que azotaría el mundo sería una gripe aviar, pues en el cerdo hay dos receptores de aves y dos de humanos, que se combinan y saldría un nuevo virus de la gripe con grandes posibilidades de saltar al humano, sería agresivo, producirá una neumonía y desencadenaría una respuesta de citocinas como ocurre en la COVID”, argumento. Sin embargo insistió en que “la gripe es la amenaza más importante de la humanidad. Siempre hay que temer mucho más a las enfermedades que se transmitan por el aire, porque es más fácil su propagación que, por ejemplo, la transmitida por vectores como los mosquitos”.
El SARS-CoV-2 ha desviado la atención de otras enfermedades, sobre todo aquellas que están olvidadas o desatendidas, patologías infecciosas, muchas de ellas parasitarias, que afectan a más de 3.000 millones de personas en el mundo, que se concentran en países pobres de África y América Latina con una elevada morbilidad y mortalidad. “Hay que reflexionar sobre la situación de pobreza extrema que vive gran parte de la humanidad, y la limitación a nivel sanitario que esto implica”, ya que 2.000 millones de personas no tienen acceso a medicamentos esenciales. También insistió en “facilitar el acceso al agua potable a toda la población. En calidad y cantidad. Más de 1.800 millones de humanos no tienen acceso a agua potable, a saneamiento e higiene, y la mayoría están en India y África”. A todo esto se suma el cambio climático que “ya afecta a la dinámica de los vectores que transmiten estas enfermedades” y que aumentará su alcance a otros países.
“Mientras la gente se muera de enfermedades tropicales en los países pobres” parece que no existen, no despiertan la conciencia internacional, sin embargo, cuando dan el salto al primer mundo es cuando “les prestamos atención”, lamentó.
Uno de los expertos nacionales y europeos en Medicina Tropical, fue presidente de la Sociedad Española de Medicina Tropical y Salud Internacional, señaló que “la medicina tropical es todo, en términos estrictos es la medicina que se hace en los trópicos, no solo la infecciosa, sino la que ocurre allí. Lo que pasa es que los trópicos, por sus características peculiares de clima, de vectores asociados, de pobreza de las personas que allí viven, muchas enfermedades que padecen son infecciosas y parasitarias. Pero con el cambio climático, incluso en Europa han llegado estas patologías no solo por la globalización. Los parásitos que nosotros estudiamos en España antes eran más vinculados con la ganadería y ahora a la salud humana. La malaria se erradicó en año 1961 y no hay casos porque se controlaron los vectores. Sin embargo, siguen existiendo en la península mosquitos Anopheles, y en Huesca hubo un caso sospechoso, una señora mayor que nunca salió de su pueblo, ni tuvo contacto con posibles turistas que visitaron el pueblo, sino que en una charca alrededor de su casa habían mosquitos estaban infectados con la malaria vivax”.
Además, prosiguió “más grave ha sido en Grecia, donde tras erradicarse, han vuelto a aparecer casos autóctonos de malaria. Por otro lado, se está documentando en Corcega casos autóctonos de una enfermedad llamada esquistosomiasis, que los transmiten unos caracoles de agua dulce, y en Almería ya se ha encontrado en 2021 ese caracol y hay transmisión autóctona. Si entra por el sur seguirá ascendiendo por la península ibérica”.
Polivalente
Muro, presidente de la Sociedad Española de Parasitología, es director del grupo e-intro, enfermedades infecciosas y tropicales del IBSAL (Instituto de Investigación Biomédica de Salamanca) que tiene un prototipo de aparato, del tamaño de un cubo de Rubik clásico, capaz de hacer diagnósticos sin necesidad de enviar las muestras a un laboratorio especializado. “Las principales líneas de investigación van enfocadas al diagnóstico molecular con una técnica de detección LAMP, que es como una PCR pero mucho más sensible rápida y específica, que utiliza simultáneamente hasta seis distintos primers o cebadores en la misma reacción.
Otra ventaja con respecto a la PCR es que ésta necesita diversos cambios de temperatura, mientras que el LAMP (técnica también de amplificación del ADN) es isotérmica y no tienes que variar esa temperatura y se pude aplicar en sitios remotos, no falta tener un laboratorio especializado”, enfatizó.
Sobre este instrumento, añadió que “hemos ideado un aparato de pequeño tamaño, que cabe en un bolsillo, con baterías recargables que duran 48 horas, donde se analizan ocho muestras y se controla y gestiona a través de una aplicación para un teléfono móvil que hemos diseñado y desarrollado para facilitar los diagnósticos y ver visualmente cuando aparece la reacción. Puede ser utilizada como diagnóstico a pie de paciente y tener los resultados en menos de dos horas y con un coste inferior a un euro por prueba diagnóstica. Su campo de aplicación es muy variado. Lo hemos probado en hospitales aquí y ahora tenemos a dos jóvenes en Angola probándolo frente a la malaria o contra strongyloides. También se ha utilizado en comunidades indígenas en América, al estar desarrollado para diagnosticar varias enfermedades tropicales. También estamos estudiado su uso para enfermedades de transmisión sexual”. Además, durante la pandemia de COVID, se desarrolló un proyecto de LAMP para SARS-CoV-2 “que detectaba todas las variantes”, destacó.
Pandemia encubierta
Por último, cuestionado por la resistencia a los fármacos, Muro afirmó que “es un problema bestial, una gran preocupación, y una pandemia encubierta. Teníamos claro que la industria farmacéutica había generado antibióticos para controlar todas las infecciones bacterianas, pero se descuidó un poco en tener otras nuevas familias de antibióticos en reservorio. El desarrollo de un fármaco para humanos puede tardar de 10 a 15 años. A nivel hospitalario estamos viendo que la gente está muriendo por la resistencia a los antibióticos: una E. coli ha generado resistencia a antibióticos como la citromicina o la amoxicilina. Un caso aparte son los antivirales, no hemos tenido nunca buenos antivirales, y es un campo en el que hay que investigar más. Funcionan bien al principio de la infección, pero en esos estadios los síntomas son leves, y cuando empiezan a tomarlos ya tienes la tormenta de citocinas y una respuesta inflamatoria”, finalizó.