por qué no me callo

Dios y el Tenerife

Con la vuelta del fútbol a nuestras vidas el reloj nos retorna al ritmo circadiano acostumbrado y el tiempo es oro de nuevo. Ocurren más cosas y más intensamente. Eso debe de tener el fútbol entre sus poderes hipnóticos y su influencia social. De algún modo hemos ajustado las manecillas del reloj a la ondulación del tiempo, pues cuando la temporada termina se abre una especie de tiempo muerto y todo sucede de un modo más lento. Después, como ahora, la feligresía vuelve a misa y llena los estadios. O sea que, como decía Eduardo Galeano, vivimos como “mendigos del fútbol”, implorando un milagro cada domingo “por amor de Dios”, en un juego que, a su juicio, “es la única religión que no tiene ateos”. Mañana, en el Vaticano, el centenario del Tenerife sube a los cielos en la audiencia convenida con el papa, que es futbolero, argentino y se jacta de ello en mitad de la pasión azurra que hace de Italia una olla de balones a presión.

Wojtyla era más teatral, había sido vocacionalmente actor y todo su pontificado fue una puesta en escena. Nunca viajó a estas Islas, pese a tenerlo previsto como un asunto pendiente, según nos contó una vez en Tenerife Paloma Gómez Borrero, la periodista que mejor lo conoció. En una ocasión en que Juan Pablo II quiso hacer escala en esta tierra durante una gira a África, el ministro español de Exteriores Fernández Ordóñez lo desaconsejó para que Cubillo no lo tomara como un argumento a favor de la africanidad de Canarias.

Así que como Mahoma no viene a la montaña, la montaña va mañana a Mahoma. Francisco recibe a la delegación del Tenerife que encabeza Concepción y el centenario recibirá la bendición papal. El equipo ya visitó a la Candelaria y el club, por tanto, se cubre de gloria, yendo de la Basílica al Vaticano. La Virgen, seguramente, merecerá unas palabras devotas del jefe supremo de la Iglesia. El papa ya tuvo a los palmeros en sus oraciones cuando la erupción hace un año y esta es la segunda oportunidad que Canarias y Bergoglio coinciden en el camino. Es una cita singular, en un momento delicado de la vida del papa, con 85 años y una rodilla resentida de los partidos que ha debido de disputar a lo largo del tiempo. Ahora está en plena tregua, en silla de ruedas, pensándose bien si sigue los pasos de Ratzinger y se retira como un futbolista longevo por una lesión irreversible en una pierna. Con lo cual, tras el cónclave y su sustituto, pronto podríamos tener no uno ni dos, sino tres papas vivos, con sus funciones vitalicias intactas. La Iglesia ya tendría una tripleta ofensiva con la que hacer frente a los embates y guerras de esta época, que son el juego sucio de una competición de potencias nucleares disputándose el (poder) mundial. Veremos si mañana el papa Francisco dice algo al respecto.

En la extraña deriva que ha tomado el fútbol desde que murió Maradona, ha ocurrido algo que recuerda a yihadistas derruyendo estatuas milenarias en Mosul. Muerto el diez, el de la mano de Dios, ahora han borrado a Messi de la lista del próximo Balón de Oro. El papa recibe mañana al Tenerife en este interregno, cuando, como decía Flaubert, los dioses ya no están y Cristo no está todavía, y hay un momento único en que el hombre está solo.

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