en la frontera

Derecho a la vida y consenso

Si compartimos la idea de que la dignidad del ser humano es la base del Estado de Derecho y de las políticas públicas, convendremos en que el consenso o el acuerdo deben ser instrumentos para preservar y fortalecer la dignidad de la persona y sus derechos fundamentales. Siendo esto así, no lo es menos que en materia de fundamentos la cuestión es muy sencilla: o se aceptan o no. O la dignidad del ser humano, especialmente la de los más débiles e indefensos, es el pilar sobre el que se levanta el Estado de Derecho, y consecuentemente la democracia, o no. Si ahora resultara que se puede transigir, mercadear o excepcionar el derecho a la vida, sobre todo de los más indefensos como los concebidos o de las personas que integran un colectivo de especial protección económica y social como es el de las mujeres embarazadas, entonces se estaría lesionando el mismo Estado de Derecho. Por cierto, un modelo de Estado construido precisamente para que la dignidad del ser humano, omnipotente y todopoderosa, resista cualquier embate procedente de la arbitrariedad del poder, sea este público o privado. El acuerdo y el consenso no son, no pueden ser, los fundamentos de la dignidad del ser humano. Por eso Kriele, un profesor alemán que tuvo muy presente lo acontecido en Alemania en la primera mitad del siglo pasado, señaló que hay derechos humanos, entre ellos el derecho a la vida, que son indisponibles o incondicionales porque son el fundamento del edificio democrático. Si se juega con ellos o se dejan a la disponibilidad de las personas, entonces se abre una puerta al castigo de los más débiles y desvalidos a causa del arbitrio de los más fuertes, que se convierten de repente en jueces y señores de la vida de los concebidos o, incluso, de los están a punto de dejar de ser y se consideran inútiles, descartables. En el espacio público es menester explicar con argumentos el sentido que tiene la protección del derecho a la vida, especialmente de los más indefensos e inermes, la idea de España como un magnífico espacio plural de integración de realidades territoriales con personalidad propia, la necesidad de contar con una norma educativa que prime los valores del esfuerzo y el estudio desde la rigurosa transmisión del conocimiento…Claro para explicar y exponer acerca de principios e ideas hay que tener convicciones y ahí está el problema porque para algunos la principal convicción es bien clara y parece que única: mantenerse a flote como sea. Por eso, como decía uno de los hermanos Marx en una famosa, y divertida película, si no gustan estos principios tengo otros. Es verdad, el diálogo para alcanzar consensos es un medio, magnífico, pero no un fin en sí mismo. Un medio, por cierto, para buscar políticas que preserven la dignidad del ser humano y sus derechos fundamentales. En el caso del derecho a la vida se trata de proteger la vida del concebido y por supuesto a toda mujer que pueda tener dificultades, del tipo que sean, para ser madre. Respeto profundamente a los que piensan de forma distinta y espero que también ellos respeten las posiciones diferentes a las suyas. En este tema de la dignidad humana no hay término medio: o se defiende radicalmente y con todos los medios al alcance la vida o no se defiende. Por eso, parafraseando a un viejo y heroico marino español, bien conocido en mi tierra, más vale honra sin cargos que cargos sin honra. El tiempo, tarde o temprano, coloca en su lugar a los valientes y a los que se arriesgan por sus ideas y convicciones. La conciencia, siempre.

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