güímar

La Virgen del Socorro regresa a San Pedro entre bucios y botellón

La Subida se convierte durante cinco horas en una demostración de sentimiento religioso, de tradición y cultura canaria, pero también de la música tecno y reguetón de los jóvenes
Con el sol todavía muy presente, Nuestra Señora del Socorro comenzó su regreso hasta San Pedro. Tony Cuadrado
Con el sol todavía muy presente, Nuestra Señora del Socorro comenzó su regreso hasta San Pedro. Tony Cuadrado

No son pocos los que consideran la Subida del Socorro mucho más auténtica que la Bajada, quizás por ser más familiar, más recogida, más religiosa o por mantener tradiciones como la de los pares o nones y el emotivo descanso a mitad de camino, en La Tahona, donde siempre una vecina le limpia el rostro a la Virgen.

Sin embargo, hay dos subidas, esa recogida y religiosa, y otra bien distinta que protagonizan las carrozas y los jóvenes, cuando el sonido del bucio o las parrandas queda apagado por los decibelios del reguetón, acompañado por una buena dosis de alcohol, cual botellón andante, que concluye con la caída de la noche con las verbenas en San Pedro.

Ayer volvió a vivirse en toda plenitud esa devoción, con mucha menos participación que la Bajada, algo ya tradicional, a pesar de ser jueves y festivo en Güímar. No obstante, desde primera hora de la mañana, el caserío del Socorro se mantuvo en fiestas, primero con la ofrenda floral de atletas venidos de todo el Valle -la novena edición- y después con hasta tres concelebraciones religiosas, la del mediodía, con la música de Amigos del Arte, y las voces del coro Miguel Castillo, sin que faltara el emocionante pasodoble Al Socorro, poco antes de que la Virgen procesionara por el caserío. Ya por la tarde, en la última de las misas de acción de gracias, oficiada por el párroco Pedro Pérez, se despidió a la Virgen, que inició, poco después de las cinco, la tradicional Subida, con el sol todavía muy presente.

Miles de güimareros comenzaron el camino, mientras detrás partían una veintena de carrozas que participaron en la Bajada, en esta ocasión con un notable protagonismo juvenil.

Durante el camino, se regresó al pasado con el juego de pares o nones, que consiste en coger unas almendras en la mano y, manteniendo el puño cerrado, preguntar a la persona del otro sexo que se encuentre la siguiente frase: “¿Pares o nones?”. Si la persona interpelada acierta, hay que darle todas las almendras ocultas en la mano. Hay quien dice que con este juego se cerraron muchos matrimonios en Güímar.

La Virgen del Socorro regresa a San Pedro entre bucios y botellón
La Virgen abandonó hasta el próximo 7 de septiembre su caserío. Tony Cuadrado.

una subida puntual

Una Subida que comenzó puntual y que transcurrió de manera rápida hasta la llegada a La Tahona, donde, como es tradicional, una vecina le limpió la cara a la imagen, una vez superado el polvo del camino. En esta ocasión, el honor le correspondió a María de los Ángeles Pérez Rosa, vecina de El Puertito de Güímar.

Desde allí comenzó la solemne procesión que le trasladó a la ermita de El Calvario y, posteriormente, a la plaza de San Pedro, donde fue recibida en la puerta principal, pasadas las diez de la noche, a ritmo del tajaraste de la Danza de Cintas. Allí se dieron cita los que caminaron por devoción y fe, los que lo hacen con parrandas de amigos y los más jóvenes, aquellos que acompañaron a las carrozas -carros en realidad- para hacer su botellón particular, como si se tratara de un carnaval más, que tuvo su epílogo en la medianoche, cuando comenzó la verbena, con la orquesta Tropin y la Virgen ya durmiendo junto a San Pedro hasta el próximo 7 de septiembre, si no hay pandemia que lo impida.

A la espera de saber los datos de la Subida y, sobre todo, de la verbena de anoche, las incidencias sanitarias dejaron el miércoles un balance de medio centenar de intervenciones en el hospital de campaña, casi todas por golpes de calor, lipotimias e intoxicaciones etílicas, algo casi insignificante cuando se habla de más de 60.000 personas, las que se dieron cita durante todo el día en el pequeño caserío, que alberga a unos 300 moradores que viven entre la playa de Chimisay, donde apareció Chaxiraxi hace más de 500 años, y el Polígono Industrial que le ha comido terreno, parte del tradicional camino que recorren güimareros y tinerfeños desde hace unos 180 años, en la que se considera la romería más antigua de Canarias.

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