Le da igual, y así lo dejó claro en Cope el actual secretario general de Coalición Canaria, Fernando Clavijo, quien manifestó en días pasados que “dormiría igual de tranquilo en un pacto con Ángel Víctor Torres (PSOE) que con Manolo Domínguez (PP)”. Razón no le falta a la hora de reconocer su añoranza de aquellos tiempos en los que el bipartidismo hizo de CC un socio inevitable para gobernar las Islas, dada la imposibilidad de que las dos fuerzas políticas mayoritarias estatales llegaran a un acuerdo por estos lares.
No en balde, el proyecto de Coalición nació para llegar directamente al poder, y a nadie se le escapa que, con tal de recuperar lo perdido en 2019, cualquier socio será bienvenido. Aunque Clavijo aseguró ese mismo día que no contemplaban acuerdos ni con Vox ni con Podemos, si los números dan solo es realmente descartable que pudiesen contar con los radicales de izquierda para volver a mandar en la Comunidad Autónoma.
Y es que para regir los destinos del Archipiélago, lo que ahora es CC fue fruto de la suma de varios partidos insularistas lograda ante lo evidente de que la recompensa era mayor si unían esfuerzos en este proyecto común.
Pero el tiempo ha pasado, y basta con repasar el pistoletazo inicial de la precampaña de Coalición en Tenerife, que sigue siendo el indiscutible cimiento de todo el proyecto, para comprobar que el mensaje no ha variado desde los tiempos de Manuel Hermoso.
Ahora que, más que nunca, el relato resulta imprescindible en esta sociedad tan saturada de propaganda, CC sigue sin un argumento mejor que autoarrogarse el papel de los supuestos y únicos auténticos defensores de los intereses de Canarias, pese a que su aparente vocación nacionalista no hubiera quedado hace tanto señalada al compararse con lo sucedido en otros territorios como el País Vasco o Cataluña. La ausencia del PNC en los actos de CC evidencia la pérdida de contenido nacionalista de la organización.
Tanto tiempo después, nadie sabe aún qué ideología unifica a los que representan a Coalición Canaria en las distintas islas, porque simplemente sigue sin dar con ese mensaje común. Además, no hay proyecto regional posible en este Archipiélago siendo irrelevante, políticamente hablando, en Gran Canaria, algo que dista mucho de cambiar mientras que siga supurando el ya crónico cisma que los separa de Nueva Canarias. Aunque hay quienes, como ocurre en Fuerteventura, abogan desde el seno de la organización por la reunificación nacionalista y así conformar un adversario electoral difícilmente batible para cualquier adversario en las urnas isleñas, la deriva conservadora que ha marcado toda la etapa de Clavijo ha hecho inviable la misma.
Todo ello supone una seria amenaza incluso para la supervivencia de los actuales dirigentes, especialmente si los resultados de 2023 no solo mejoran los de 2019, sino que hasta podrían perder más diputados, como señala la última entrega del Sociobarómetro. Los réditos logrados por la apuesta insularista gomera alimenta la tentación de quienes desde El Hierro o Fuerteventura creen que les iría mejor en solitario.
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