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La penúltima novatada

Lo sucedido en un Colegio Mayor madrileño corresponde a una lógica anterior a la corrección política actual, a una lógica de ritos de iniciación, de novatadas y de tradiciones ajenas a esa corrección y presentes, sobre todo, en el mundo universitario y en el militar. Las novatadas llegaban a atentar en contra de los derechos y hasta de la dignidad de los novatos, y, en ocasiones, se acercaban peligrosamente a los límites de lo delictivo, pero se toleraban y se defendían, hasta por los propios afectados, en nombre de la tradición y de la costumbre. Y quien no se sometiera a la tradición y la costumbre de la novatada quedaba señalado durante un largo tiempo como un miembro no pleno del grupo. Hasta hace poco, en las noticias de la televisión se mostraban como los veteranos de algún Colegio o alguna Facultad -hombres y mujeres- paseaban por Madrid a sus novatos -hombres y mujeres-, por ejemplo en pijama, sin suscitar la menor crítica ni despertar a los brujos de la tribu.

Pero las cosas han cambiado y la corrección política ha tomado el poder. En un homenaje televisivo a los humoristas Tip y Coll hace varias semanas, alguien reconocía que muchos de sus chistes y sus diálogos hoy en día no se podrían utilizar. Y eso se puede afirmar de la totalidad de los humoristas y actores cómicos españoles -hombres y mujeres- del siglo pasado. Hoy en día sería impensable un espectáculo o una película que, por ejemplo, utilizara chistes de homosexuales, de gitanos, de prostitutas o de personas con dificultades de dicción.

En esa lógica se inscribe la escena de los colegiales perfectamente coordinados en ventanas iluminadas, que abren y cierran al unísono mientras gritan insultos y procacidades a sus compañeras del Colegio de enfrente, entre las que hay familiares y parejas suyas, y con las que al día siguiente van a intercambiar apuntes y a tomarse unas cañas comentando lo bien que gritaron anoche. Por eso las presuntas ofendidas han hecho público un comunicado defendiendo a sus compañeros -un comunicado hurtado por la mayoría de las televisiones-, y han explicado que todo lo ocurrido se ha sacado fuera de contexto. Pero no ha valido. Los brujos de la tribu les han aclarado que ellas no saben lo que les conviene y que ya están ellos para explicárselo. También han obligado a los protagonistas a publicar un comunicado pidiendo perdón.

El director del Colegio la mañana siguiente se escondió detrás de su subdirector, que, a duras penas, ante un alud de periodistas, se dijo y se contradijo antes de reconocer que se trataba de una costumbre -una novatada- que se había repetido en años anteriores. La Universidad Complutense ha abierto un expediente informativo para analizar lo sucedido. La reciente Ley de Convivencia Universitaria considera una falta muy grave las novatadas, y las sanciona de manera gradual con la expulsión de dos meses hasta tres años de la Universidad en la que se hubiera cometido la falta o, alternativamente, con la pérdida de derechos de matrícula parcial durante un curso o semestre académico. Pero la Fiscalía de Madrid, que no ha investigado los escraches o los homenajes a etarras en muchas Universidades, ha ido más allá, y ha incoado una investigación por si lo sucedido fuera constitutivo de un presunto delito de odio. El acta de defunción de toda una época.

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